quarta-feira, 23 de novembro de 2016

El Llanero Solitario, 
que no es el Zorro



Un caballo blanco como la luz, un fiel compañero indio y el grito de “Hi-yo Silver Away!” - “Vamos, Plata!”- nos recuerdan de inmediato al “Llanero Solitario”, que cuenta las aventuras de John Reid y Toro.

Los más antiguos recordarán que se trataba de un programa de las primeras épocas de la radio y la televisión estadounidenses que se mantuvo durante mucho tiempo en escena. Fue ideado por George Trendle y desarrollado por el escritor Fran Striker.

El personaje es un "ranger" -un guardia de la Texas del viejo oeste norteamericano- interpretado originalmente por Paul Halliwell, que le daba su voz en la radio al jinete solitario que galopa a través del desierto para reparar injusticias con la ayuda del astuto y lacónico compañero, el nativo potawatomi. 

En los primeros episodios radiofónicos, el Llanero actuaba solo. Pero en el 12º episodio aparece su amigo indio, que fue llamado “Tonto” en la version original,  y “Toro” en Hispanoamérica, en dónde el nombre original podría ser considerado fuertemente peyorativo, lo que además no hacía justicia a la personalidad inteligente del potawatomi. 

En estos países, el nombre se cambió por el de “Toro”, aunque “Tonto” se ajustaba más a la onomástica de la lengua de los potawatomi, y en realidad, significa “The Wild One”. Según los autores de la serie, "el salvaje", un vocablo algonquin, propio de los potawatomis, la tribu de la cual Toro era originario y único sobreviviente. Esta, por lo menos, es la explicación que se escucha en la emisión radial de 1933, cuando los productores de la emisora WXYZ de Detroit le traen un compañero al Llanero Solitario. 

El nombre fue elegido por el escritor Frank Striker. Y también cuentan que “Toro” le llamaba "Kemosabay" al Llanero, palabra que significa "Explorador Fiel", y que también la traducen como "Viajero leal" o "Gran explorador".

En Brasil la serie norteamericana del “Lone Ranger” fue presentada incorrectamente como “El Zorro” -nada más que porque el héroe usa una máscara negra para esconder su identidad- en las publicaciones lanzadas por la Editorial Ebal, hasta fines de la década del 70. Pero por causa de este desliz, el personaje terminó confundiéndose con la “verdadera” historia original del Zorro –que también es una ficción basada en hechos reales *-  que fue  presentada por la serie de televisión “O Zorro”, con el héroe auténtico de capa y espada, producida por Walt Disney. 
Otra confusión fue que el compañero del “Cavaleiro Solitário” también se llamase “Tonto”, pues la traducción original fue mantenida, lo que le causó un cierto malestar al personaje, ya que que en portugués la palabra “tonto” acabó teniendo la misma connotación peyorativa que en castellano. 

Por fin la nueva producción cinematográfica de Johny Depp parece darle a Toro su papel protagónico. Toro -que fue representado en la televisión por Jay Silverheel,  un indio puro de la raza Mohawk, nacido  en una de las seis naciones de la reserva indígena de Brantford, en Ontario, Canadá- recupera toda su fuerza de justiciero leal.

JV, São Paulo, 24 de agosto de 2013.

Ver la historia de El Zorro en: 


quarta-feira, 16 de novembro de 2016

A 400 años de la muerte de Cervantes, la creación de Don Quijote

A 400 años de la muerte de Cervantes, 
la creación de Don Quijote




Es muy posible que Cervantes no ganara demasiado dinero con “El Quijote” por causa, en gran medida, de las muchas ediciones piratas. 

Como un modo de compensarlo, la fama que Don Miguel de Cervantes Saavedra ganó con su obra principal le permitió publicar muchas otras producciones literarias que de otra manera, tal vez se habrían quedado en algún cajón escondido. Ese es el caso concreto de las “Novelas ejemplares”, las “Comedias y entremeses”, y “Persiles y Segismunda”.

El éxito, por fin, ocurrió en Madrid

En 1605, casi a punto de cumplir sus 60 años, Miguel de Cervantes publicó en Madrid, una novela que era totalmente ajena a todos los cánones literarios de su época. 
El éxito inmediato de “Don Quijote” fue incendiario y tan fulminante en España, que siguió como un reguero de pólvora hacia toda Europa y América.

Si es que es verdad – como se supone- que Miguel de Cervantes concibió su Quijote durante su estadía en la prisión de Sevilla, probablemente debió empezar a escribir la obra al salir de la cárcel, en la misma ciudad, pero con seguridad que la terminó en Madrid, justo un poco antes de mudarse a Valladolid.

Madrid, la 1ª parte de “El Quijote”

La primera edición tenía 664 páginas y muchísimas erratas. La llamada “novela que cambia la novela” es producida en la imprenta de Juan de la Cuesta, en la calle Atocha, en Madrid. 

El librero Francisco de Robles, que es dueño de los derechos de autor, la vende al precio de 200 maravedíes y medio. 
Esa 1ª edición no demora mucho en agotarse, y enseguida se van sucediendo centenas de y miles de reediciones, muchas de ellas clandestinas o sea, no autorizadas, y a veces ignoradas incluso, por el dueño de los derechos de autoría y por el proprio Miguel de Cervantes.


La obra fue lanzada en enero de 1605 y enseguida cosechó un éxito brutal, masivo e incontenible. Al cabo de dos meses se realizó una 2ª edición, a la que siguieron otras muchas en Lisboa, Valencia, Bruselas, Milán, Barcelona. 
En el mismo año de 1605 se enviaron los primeros lotes de la novela al nuevo continente, tierras de reciente propiedad de España y disputadas por Portugal, Francia e Inglaterra: América.

Muy pronto “El Quijote” se tradujo al inglés, en 1612, y al francés en 1614. El propio Cervantes escribiría en 1615, en la 2ª parte de Don Quijote: 

“Tengo para mí que el día de hoy estai impresos más de 12.000 libros de tal historia... ami se me trasluce qi ie no ha de haber nación ni lengua donde no se traduzga”

No se equivocaba ni un poco Miguel de Cervantes en su previsión profética: el Instituto Cervantes inauguraba el 21 de abril de 2005, al cumplirse 400 años del lanzamiento de la obra, su exposición "Quijotes por el mundo", con 185 ediciones en 56 lenguas, precedentes de las 60 bibliotecas que la institución poseía en todo el mundo.
La obra que desde 1612 hasta llegar al siglo XXI ya se tradujo - sea integral o parcialmente- a más de 140 idiomas y variedades lingüísticas diferentes, continúa siendo traducida en nuevas ediciones a lenguas como el coreano, el quíchua o el guaraní.

Esta 2ª parte, que tuvo una recepción por parte del público igual de entusiasta que la primera, fue una tentativa por parte de Cervantes de cerrar el paso a los plágios, imitaciones de textos y falsas continuaciones de su primer volumen, entre ellas la más conocida, firmada por Alonso Fernández de Avellaneda en 1614.

Desde el principio, Don Quijote, el protagonista de la novedosa novela cervantina se vovió un personaje proverbial que circulaba en boca de todos y al que, incluso, se lo hacía desfilar en los carnavales callejeros de Europa. 
Esto no ocurría, como digo, solamente en España, sino también en Flandes y Alemania. Y la popularidad internacional de Don Quijote queda atestiguada por la anécdota que relató uno de los censores - sí, porque la iglesia, totalmente liada com ele estado español continuaba inquirindo y censurando- de la 2ª parte del libro, el licenciado Márquez Torres, quien en febrero de 1615 tuvo una larga conversación con unos señores franceses que habían llegado a España con el embajador de su país, que “apenas oyeron el nombre de Miguel de Cervantes cuando se empezaron a hacer lenguas, encareciendo la estimación en que, así en Francia como en los reinos confinantes, se tenían sus obras”.

Cervantes se despide del mundo y de sus amigos

Los franceses que lo visitaron en 1615 se quedaron escandalizados también al descubrir que Miguel de Cervantes vivía en la total pobreza: 

¿Pues a tal hombre no le tiene España muy rico y sustentado del erario público?”, dijeron.
Pero con seguridad tal pobreza no era total o absoluta, porque parece que Cervantes siguió metiéndose en diversos tipos de negocios casi hasta el final de su vida.

Consta que murió de hidropesía, una sed insaciable que es uno de los síntomas de diabetes o de la cirrosis biliar, enfermedades que afectan el páncreas y el hígado.
Cuentan que tres días antes de fallecer dictó la dedicatoria del Persiles: 
“Ayer me dieron ia Extremaunción y hoy escribo ésta. El tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan”.

Dos días antes, escribía em el prólogo: 
“Mi vida se va acabando... Adiós, gracias; adiós, donaires; adiós, regocijados amigos”.

Pero, volvendo al principio,¿cuándo y dónde nació Cervantes?

Durante los siglos esta pregunta representó un mistério doble. El primero se terminó aclarando después de ser encontrada su partida de bautismo, con fecha del 9 de octubre de 1547, labrada en la parroquia de Santa María la Mayor de Alcalá de Henares. 
En relación a la fecha exacta, solo se puede presumir que fue un 29 de septiembre, el día dedicado em el santoral a San Miguel.

Sigamos volviendo un poco hacia atrás. 

En 1581, vivendo en Lisboa, un verdadeiro aspirante a nada

Don Miguel de Cervantes llega Lisboa buscando nuevas oportunidades, que al final se quedarán otra vez en la nada. La nueva corte lisboeta está  llena de buscavidas – como el mismo Cervantes- y de aspirantes a cualquier cosa que les evitara trabajar, y hierve de vida comercial: 

“En ella se descargan las riquezas de Oriente y desde ella se reparten por el universo”, dice el autor que luego va a desempolvar esos recuerdos amargos de ese paso, con su estadía inútil en Portugal, en algunos pasajes de la obra “Persiles”.

En 1592, en Castro del Rio, Córdoba, sufre un encarcelamiento fugaz, pero muy productivoCuentan los cronistas de la época que la vida de un recaudador de impuestos – y este era el oficio principal de Cervantes- no era nada fácil. El autor de “El Quijote” será acusado de vender trigo sin tener autorización e irá a pasar unos días arrestado en Castro del Río. 
Muchos estudiosos de la obra cervantina suponen que fue allí donde nació en Cervantes la idea de “El Quijote”; pero otros tantos sostienen que fue más adelante, durante un nuevo encarcelamiento en la ciudad de Sevilla.


En Valladolid, 1603, siguiendo a la corte

Dicen que muy cerca del matadero municipal y en los cuartos superiores de una taberna, en un pequeño edificio en el que vivía mucha gente pobre amontonada, se instala toda la familia de Cervantes – el escritor, su mujer, hermanas, su hija y su sobrina– que llegan hasta la ciudad de Valladolid atrás del rastro de la corte y nuevas esperanzas de mejorar de vida. 
Cuentan los investigadores cervantinos que es en medio de este clima de necesidades y apremios terribles, que Don Miguel de Cervantes termina la 1ª parte de “El Quijote”.


Agonía y muerte en Madrid, en 1616

Cuatrocientos años atrás, y ya promediando el mes de abril, el escritor comienza a convivir con la muerte que se le aproxima. La familia se había instalado en su casa de la Calle del León, en la esquina de la calle Francos - hoy llamada, claro,  Miguel de Cervantes-. 
Recibe la extremaunción y firma la dedicatoria del libro “Persiles”; tres días después, el 22 de abril, muere, y al día siguiente es enterrado en una tumba del convento de las Trinitarias Descalzas.

J. Villanueva, São Paulo, 15 de octubre de 2016


A 400 años de la muerte de Cervantes, la creación de Don Quijote

A 400 años de la muerte de Cervantes, 
la creación de Don Quijote




Es muy posible que Cervantes no ganara demasiado dinero con “El Quijote” por causa, en gran medida, de las muchas ediciones piratas. 

Como un modo de compensarlo, la fama que Don Miguel de Cervantes Saavedra ganó con su obra principal le permitió publicar muchas otras producciones literarias que de otra manera, tal vez se habrían quedado en algún cajón escondido. Ese es el caso concreto de las “Novelas ejemplares”, las “Comedias y entremeses”, y “Persiles y Segismunda”.

El éxito, por fin, ocurrió en Madrid

En 1605, casi a punto de cumplir sus 60 años, Miguel de Cervantes publicó en Madrid, una novela que era totalmente ajena a todos los cánones literarios de su época. 
El éxito inmediato de “Don Quijote” fue incendiario y tan fulminante en España, que siguió como un reguero de pólvora hacia toda Europa y América.

Si es que es verdad – como se supone- que Miguel de Cervantes concibió su Quijote durante su estadía en la prisión de Sevilla, probablemente debió empezar a escribir la obra al salir de la cárcel, en la misma ciudad, pero con seguridad que la terminó en Madrid, justo un poco antes de mudarse a Valladolid.

Madrid, la 1ª parte de “El Quijote”

La primera edición tenía 664 páginas y muchísimas erratas. La llamada “novela que cambia la novela” es producida en la imprenta de Juan de la Cuesta, en la calle Atocha, en Madrid. 

El librero Francisco de Robles, que es dueño de los derechos de autor, la vende al precio de 200 maravedíes y medio. 
Esa 1ª edición no demora mucho en agotarse, y enseguida se van sucediendo centenas de y miles de reediciones, muchas de ellas clandestinas o sea, no autorizadas, y a veces ignoradas incluso, por el dueño de los derechos de autoría y por el proprio Miguel de Cervantes.


La obra fue lanzada en enero de 1605 y enseguida cosechó un éxito brutal, masivo e incontenible. Al cabo de dos meses se realizó una 2ª edición, a la que siguieron otras muchas en Lisboa, Valencia, Bruselas, Milán, Barcelona. 
En el mismo año de 1605 se enviaron los primeros lotes de la novela al nuevo continente, tierras de reciente propiedad de España y disputadas por Portugal, Francia e Inglaterra: América.

Muy pronto “El Quijote” se tradujo al inglés, en 1612, y al francés en 1614. El propio Cervantes escribiría en 1615, en la 2ª parte de Don Quijote: 

“Tengo para mí que el día de hoy estai impresos más de 12.000 libros de tal historia... ami se me trasluce qi ie no ha de haber nación ni lengua donde no se traduzga”

No se equivocaba ni un poco Miguel de Cervantes en su previsión profética: el Instituto Cervantes inauguraba el 21 de abril de 2005, al cumplirse 400 años del lanzamiento de la obra, su exposición "Quijotes por el mundo", con 185 ediciones en 56 lenguas, precedentes de las 60 bibliotecas que la institución poseía en todo el mundo.
La obra que desde 1612 hasta llegar al siglo XXI ya se tradujo - sea integral o parcialmente- a más de 140 idiomas y variedades lingüísticas diferentes, continúa siendo traducida en nuevas ediciones a lenguas como el coreano, el quíchua o el guaraní.

Esta 2ª parte, que tuvo una recepción por parte del público igual de entusiasta que la primera, fue una tentativa por parte de Cervantes de cerrar el paso a los plágios, imitaciones de textos y falsas continuaciones de su primer volumen, entre ellas la más conocida, firmada por Alonso Fernández de Avellaneda en 1614.

Desde el principio, Don Quijote, el protagonista de la novedosa novela cervantina se vovió un personaje proverbial que circulaba en boca de todos y al que, incluso, se lo hacía desfilar en los carnavales callejeros de Europa. 
Esto no ocurría, como digo, solamente en España, sino también en Flandes y Alemania. Y la popularidad internacional de Don Quijote queda atestiguada por la anécdota que relató uno de los censores - sí, porque la iglesia, totalmente liada com ele estado español continuaba inquirindo y censurando- de la 2ª parte del libro, el licenciado Márquez Torres, quien en febrero de 1615 tuvo una larga conversación con unos señores franceses que habían llegado a España con el embajador de su país, que “apenas oyeron el nombre de Miguel de Cervantes cuando se empezaron a hacer lenguas, encareciendo la estimación en que, así en Francia como en los reinos confinantes, se tenían sus obras”.

Cervantes se despide del mundo y de sus amigos

Los franceses que lo visitaron en 1615 se quedaron escandalizados también al descubrir que Miguel de Cervantes vivía en la total pobreza: 

¿Pues a tal hombre no le tiene España muy rico y sustentado del erario público?”, dijeron.
Pero con seguridad tal pobreza no era total o absoluta, porque parece que Cervantes siguió metiéndose en diversos tipos de negocios casi hasta el final de su vida.

Consta que murió de hidropesía, una sed insaciable que es uno de los síntomas de diabetes o de la cirrosis biliar, enfermedades que afectan el páncreas y el hígado.
Cuentan que tres días antes de fallecer dictó la dedicatoria del Persiles: 
“Ayer me dieron ia Extremaunción y hoy escribo ésta. El tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan”.

Dos días antes, escribía em el prólogo: 
“Mi vida se va acabando... Adiós, gracias; adiós, donaires; adiós, regocijados amigos”.

Pero, volvendo al principio,¿cuándo y dónde nació Cervantes?

Durante los siglos esta pregunta representó un mistério doble. El primero se terminó aclarando después de ser encontrada su partida de bautismo, con fecha del 9 de octubre de 1547, labrada en la parroquia de Santa María la Mayor de Alcalá de Henares. 
En relación a la fecha exacta, solo se puede presumir que fue un 29 de septiembre, el día dedicado em el santoral a San Miguel.

Sigamos volviendo un poco hacia atrás. En 1581, vivendo en Lisboa, un verdadeiro aspirante a nada

Don Miguel de Cervantes llega Lisboa buscando nuevas oportunidades, que al final se quedarán otra vez en la nada. La nueva corte lisboeta está  llena de buscavidas – como el mismo Cervantes- y de aspirantes a cualquier cosa que les evitara trabajar, y hierve de vida comercial: 

“En ella se descargan las riquezas de Oriente y desde ella se reparten por el universo”, dice el autor que luego va a desempolvar esos recuerdos amargos de ese paso, con su estadía inútil en Portugal, en algunos pasajes de la obra “Persiles”.

En 1592, en Castro del Rio, Córdoba, sufre un encarcelamiento fugaz, pero muy productivo

Cuentan los cronistas de la época que la vida de un recaudador de impuestos – y este era el oficio principal de Cervantes- no era nada fácil. El autor de “El Quijote” será acusado de vender trigo sin tener autorización e irá a pasar unos días arrestado en Castro del Río. 
Muchos estudiosos de la obra cervantina suponen que fue allí donde nació en Cervantes la idea de “El Quijote”; pero otros tantos sostienen que fue más adelante, durante un nuevo encarcelamiento en la ciudad de Sevilla.

En Valladolid, 1603, siguiendo a la corte

Dicen que muy cerca del matadero municipal y en los cuartos superiores de una taberna, en un pequeño edificio en el que vivía mucha gente pobre amontonada, se instala toda la familia de Cervantes – el escritor, su mujer, hermanas, su hija y su sobrina– que llegan hasta la ciudad de Valladolid atrás del rastro de la corte y nuevas esperanzas de mejorar de vida. 
Cuentan los investigadores cervantinos que es en medio de este clima de necesidades y apremios terribles, que Don Miguel de Cervantes termina la 1ª parte de “El Quijote”.


Agonía y muerte en Madrid, en 1616

Cuatrocientos años atrás, y ya promediando el mes de abril, el escritor comienza a convivir con la muerte que se le aproxima. La familia se había instalado en su casa de la Calle del León, en la esquina de la calle Francos - hoy llamada, claro,  Miguel de Cervantes-. 
Recibe la extremaunción y firma la dedicatoria del libro “Persiles”; tres días después, el 22 de abril, muere, y al día siguiente es enterrado en una tumba del convento de las Trinitarias Descalzas.

J. Villanueva, São Paulo, 15 de octubre de 2016


quinta-feira, 3 de novembro de 2016

Algunas otras palabras o frases que usamos y cuyo origen desconocemos





El origen da las palabras o las frases-hechas y dichos populares no huyen a las reglas de lo social y lo político. El habla popular, en cualquier parte del mundo, repite los prejuicios que se verifican entre las clases sociales, a veces de modo gracioso, otras de maneras más crueles. 
Aquí traigo un par de ejemplos de lo que digo, extraídos del habla popular argentina - y si lo extendemos un poco, rioplatense, incluyendo al Uruguay-, con sus cruces con el viejo lunfardo del paso del siglo XIX al XX en la región de los puertos del sur.

La palabra "atorrante", por ejemplo, siempre con un fuerte contenido de desprecio social,  viene de cuando a principios del siglo XX la municipalidad de la capital federal argentina colocó unos caños enormes de desagüe en la costanera, justo en frente a la casa de gobierno en el nuevo barrio que hoy se llama Puerto Madero. Los caños traían una leyenda en la que se leía el nombre del fabricante: "A. Torrant et Cie", grabado en cada segmento de caño. Mientras no enterraban los dichos caños en su lugar, muchas familias de desocupados y sin techo se fueron a “vivir a los caños", pero también los acompañaron muchos sujetos perseguidos por la policía.

Así surgió la palabra que al principio definía a la gente que vivía “en los caños” – frase que también se popularizó - y más tarde, “atorrante” pasó a definir a toda persona pendenciera, vaga o de mal comportamiento.

Muy parecido es el origen de la palavra "croto", que proviene del nombre del ministro de Obras Públicas y Transporte, el radical José Camilo Crotto, que en la década de 1920 extendió un certificado de pobreza, cuyo portador podría andar gratis en los tranvías y trenes. Más tarde – siempre por prejuicios sociales, claro- se pasó a denominar con esa palabra a toda persona en estado de indigencia.

Otra frase que mi abuelita Eufemia repetía, seguramente sin saber su origen, dado que ella era bastante recatada, era "hasta que las velas no ardan". 
Dicen los antigos que se originó en los prostíbulos de la Zwi Migdal **, cuando todavía no había luz eléctrica y los relojes eran todo un lujo. La cafiza le daba al cliente una o más velas, según lo que había pagado. Cuando las velas se gastaban, significaba que el turno con la polaca se le había acabado al cliente; o sea que se había quedado en la casa sospechosa "hasta que las velas no ardan".


Por otro lado, ya habrán oído decir, no solo en Argentina, como también en su versión en portugués que "a Seguro se lo llevaron preso". Lo que pocos saben es que la frase viene de lejos, exatamente de Jaén, en España, donde los presos eran encerrados en el Castillo de Segura de la Sierra. Antiguamente se decía "a la prisión de Segura se lo llevaron preso", como uma advertencia para no cometer delitos, de modo de no terminar con los huesos en Segura. Hoy en día significa que mejor prevenirse que curar, ya que nadie está libre de los azares de la vida.

     Quién oyó decir, en Argentina, que fulano "no quiere más lola" difícilmente se imagina el origen del término. Es que Lola se llamaba una galletita sin azúcar ni sal, que a inicios del siglo XX formaba parte de las dietas insípida de los hospitales. Por eso, cuando alguien moría, se solía decir que "ese ya no quiere más Lola". Desde entonces su uso se refiere a quien se cansó de luchar y no quiere seguir tratando de lograr cosas muy difíciles o imposibles.

El modo porteño – y recordemos que esta palabra viene de “puerto”, por lo tanto se extiende solo al habitante de Buenos Aires y no a todos los argentinos- de referirse a “tomar un colectivo” o “bus”, es "me tomé un bondi".

Se trata de un término que nació de una palabra usada en Brasil como derivación de "bond" (boleto, en inglés), que aparecía en los pasajes de los antiguos tranvías que las empresas británicas de transporte instalaron en São Paulo a partir de 1900, específicamente la “São Paulo Tramway, Light & Power Company”, o simplemente “Light”, compañía canadiense que dejó sus marcas fuertes en São Paulo y Rio de Janeiro.

Como en portugués las palabras terminadas en consonante – con excepción de “m” y “n”- agregan un sonido vocálico parecido a una “i”, "bond" se convirtió en "bondi". Pasado los años, los porteños la tomaron para referirse al ómnibus o colectivo, que nunca fue inglés ni canadiense, y en cuyos boletos jamás se leyó la palabra "bond".

¡Ché, boludo! ¿vos sabés de dónde viene la palabra pelotudo?*

En las Guerras de la Independencia, los gauchos argentinos - también los uruguayos y los gaúchos del sur de Brasil- peleaban contra un ejército de lo que en aquella época era el Primer Mundo. Una maquinaria de guerra con disciplina de las mejores academias militares, armas de fuego, artillería, corazas, caballería, el mejor acero toledano, etc.

Nuestros gauchos enganchados en combate (los montoneros), de calzoncillo cribado y botas de potro con los dedos al aire, solo tenían para oponérseles pelotas (piedras grandes con un surco por donde ataban un tiento, bolas - las boleadoras- y facones, o cuchillos grandes - que algunos amarraban a una caña tacuara y hacían con ellos una lanza precaria-. Muy pocos tenían armas de fuego: algún trabuco naranjero, o alguna arma larga desactualizada.

¿Cuál era entonces la técnica para oponerse a semejante maquinaria bélica como la que traían los realistas? 
Pues la formación de combate: nuestros gauchos formaban en tres filas: la primera era la de los pelotudos, que llevaban las pelotas de piedra grande amarradas con un tiento. La segunda era la de los lanceros, facón y tacuara, y la tercera la formaban los boludos con sus boleadoras o bolas. 

Cuando los españoles cargaban con su caballería, los pelotudos, haciendo gala de una admirable valentía, los esperaban a pie firme y les pegaban a los caballos en el pecho, que de esta manera rodaban y desmontaban al jinete y provocaban la caída de los que venían atrás.

Los lanceros aprovechaban esta circunstancia y pinchaban a los caídos. Entonces, los boludos (que no eran tan boludos porque venían atrás) los rematan en el piso.

Así nacieron las dos palabras, antes tan poco aceptables socialmente, y ahora tan corrientes en el habla rioplatense: boludo y pelotudo, significando hoy, muy lejos de su origen, al tonto o zonzo.

Pero lo que seguramente Uds. como yo no sabíamos, es que los esquimales también usaban boleadoras para cazar patos, o que las “bolas” también era de uso habitual entre los Incas y Aztecas, y que aparecen rastros de su uso en yacimientos arqueológicos de más de 5.000 años en el sur de la Patagonia Argentina y de 11.000 años en Chile. Tampoco sabíamos que las usaban también en China como arma de defensa y que probablemente son tan viejas como la honda o el arco.


J.V. São Paulo, 30 de octubre de 2016