segunda-feira, 10 de abril de 2017

Los Afrikaners en la Patagonia argentina

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Los Afrikaners en la Patagonia argentina

La inmigración sudafricana en Argentina, conocida como la Colonización Bóer en Argentina, fue el asentamiento de diversas familias provenientes de la República de Sudáfrica en el sur patagónico argentino. El proceso de colonización empezó el 4 de junio de 1902 y  las principales localidades donde se establecieron fueron: Comodoro Rivadavia, Manantiales Behr, Puerto Visser, Pampa Salamanca, Pampa del Castillo, Escalante, Cañadón Baumann, Pastos Blancos, Río Chico, Sarmiento, Bahía Bustamante, entre varias otras.
Los representantes de la comunidad de descendientes de sudafricanos boers – o Afrikáners- en Comodoro Rivadavia, cuentan que cuando sus antepasados llegaron a esa localidad no había más que 40 casas, y un poco más de cien habitantes. No había puerto, por lo que el barco tuvo que atracar mar adentro, desembarcando a los pasajeros en lanchones, "y hasta una vaca trajeron que les regalaron en Buenos Aires”, repiten con orgullo.
La Prefectura Naval y la Gendarmería les prestaron carpas a las familias boers para alojarse pero no había agua y la poca que había, se vendía. 
Esos 600 colonos bóers eran a su vez a su vez descendientes de los primeros colonos neerlandeses y franceses venidos de Holanda, y que se habían asentado en Sudáfrica desde finales del siglo XVII, a los que también se los conocía como afrikáners.
Provenían en su mayoría del Transvaal y el Estado Libre de Orange, que luego de una cruenta guerra de resistencia, de lucha guerrillera y popular, habían sido dominados por el Imperio Británico en la llamada Guerra Anglo-Bóer.
Para migrar hacia la Patagonia Argentina, la comunidad de colonos envió a dos representantes hacia Comodoro Rivadavia, provincia de Chubut, para gestionar su establecimiento, y fueron recibidos por Francisco Pietrobelli, quién los llevó a recorrer la región, de modo de poder pedir enseguida tierras al gobierno. 

Los 600 pioneros llegaron en barcos cargueros de bandera inglesa, con carros de bueyes propios, traidos de África, y las mulas y carpas que el gobierno argentino les facilitó. La entrega de tierras fue autorizada por el entonces presidente Julio A. Roca, el mismo general que comandó las tropas que desalojaron a las naciones Tehuelche, Mapuche y Pampas de sus territórios patagónicos en 1978. Su Ministro de Agricultura, Wenceslao Escalante, fue homenajeado con el nombre de la colonia y luego con el del departamento donde los boers se ubicaron inicialmente.

Motivos de la emigración de África y la inmigración hacia la Patagonia

Gran parte de la migración de bóers  - o afrikáners- hacia la Patagonia argentina se debía a las atrocidades sufridas por esos pueblos, descendientes de holandeses, alemanes y franceses (hugonotes huídos de las guerras religiosas) en manos de las tropas británicas.
Muchos de los familiares de los colonos habían muerto en los combates, o morirían más tarde en los campos de concentración británicos, durante la Segunda Guerra Anglo-Bóer. 
Los diversos contingentes fueron llegando al sur argentino, vía Buenos Aires, en 1902, 1903, 1905 y 1907. En los años de 1910, casi la mitad de los colonos bóers terminaron volviendo a sus países o estado natales en África, debido a la creación de la Unión Sudafricana por parte de las autoridades coloniales inglesas.

Entre las muchas familias que llegaron en aquellos tiempos estaban los pioneiros Dickason, Baumann, Coulter, du Plessis, Visser, Verwey, Weber, Fillmore, Palmer, Behr, Van Wyk, Viljoen, Vorster, Myburg, Botha, Venter, Kruger, Norval, Louw, Henning, Kock, Coetzee, Viviers, Cook, Blackie, Grimbeck, de Bruyn, van Zyl, van Vuuren, por citar algunas. Y finalmente, en 1903, nació el primer "bóer-argentino", hijo del estanciero Coulter; en 1904 se realizó el primer casamento em suelo patagón.

La saga de una nacionalidad errante

Los bóers eran en sus Orígenes una comunidad con raíces alemanas, francesas y holandesas que habitaban la costa africana al sur del continente. Por causa de los crecientes conclictos con las tribus nativas y del avance inglês, fueron extendiéndose hacia el sudeste africano.
Cuando les llegó la invitación argentina para poblar la Patagonia recientemente arrancada del control de las tribos autóctonas, hacía poco más de un año que había nacido la ciudad de Comodoro Rivadavia, con una media docena de casas, un telégrafo, algunos pocos galpones y un almacén.
La soledad y la aridez del suelo patagónico no los asustó. El Gobierno les había destinado tierras, lo que según el decreto del 28 de abril de 1902 era para “para radicar a un grupo de colonos laboriosos”. Cada uno de los bóers inmigrantes recibió gratuitamente 625 has. con el compromiso de trabajarlas, hacerlas producir y lograr la carta de ciudadanía al cabo de 2 años.

Continuará
JV, abril de 2017

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