sábado, 2 de junho de 2018

A Chegada do Cavalo na América e nos Pampas

Imagem relacionada


Tomado del Blog https://origemdogauchodefinitivoeja.blogspot.com/2011_10_27_archive.html

 A Chegada do Cavalo na América e nos Pampas


Antes do ano 1500 da nossa era, não havia cavalos nas Américas. Não existe, nas línguas originais do Continente Americano, nenhum termo que signifique cavalo. Todos os vocábulos que atualmente existem são derivações da palavra caballo do espanhol: cavayú em guarani, caavarú em tupi, cahuellu ou cahuallo em araucano, cahualk em gennaken, cahuel em tehuelche, cavallo nos acomas, cavaio nos moquis, cavayo em paiute, cahuay nos kansas, cahua nos osages, kaviyo nos pimas.
Cristóvão Colombo, em 1493, quando em sua segunda viajem à Ilha La Española, hoje Repúplica Dominicana, no porto de Santo Domingo, na América Central, foi o responsável pela introdução do cavalo na América, dezessete veleiros e entre 25 e 30 cavalos. Introduzidos em 1509 ao continente através do Panamá, sete animais e através da Colômbia, 12 animais.
Os exploradores necessitavam dos animais para carregar os seus pertences nas incursões realizadas. Descendo pela Cordilheira dos Andes em direção ao sul da América os exploradores iam abandonando os cavalos que se machucavam ou que adoeciam. Obviamente nem todos os animais abandonados morreram e com isso os mesmos sem um predador natural iam de reproduzindo. 
Os nativos, ao encontrarem os primeiros cavalos, achavam que eram monstros e tentavam matá-los, até perceberem que os exploradores os utilizavam como meio de transporte e carga. A partir daí, com exíme técnica aprenderam a domar o cavalo e assim utilizá-lo como companheiro no transporte e caça, além de auxiliá-los na batalha contra os europeus que tentavam invadir sua região pampeana. Com o passar do tempo os indígenas se tornaram excelentes cavaleiros.
Por volta de 1580, os cavalos abandonados na região do Prata em 1536, tinham se multiplicado aos milhares. Tanto que, em 1600, não podiam mais ser contados em suas gigantescas manadas. Os Pampas do Rio Grande do Sul, Uruguai e Argentina estavam povoados de cavalos chimarrões (cimarrones) e o povo que vivia nessa região, unida pela semelhança ambiental, se tornou um povo cavaleiro.
João Pedro

TRIBUNA

El caballo en América

Sábado 18 de junio de 2016, por Borja Cardelós, hispanista y escritor.
En el continente americano habitaron los caballos en tiempos prehistóricos, pero habían desaparecido a finales del pleistoceno. Pasaría mucho tiempo hasta que los caballos regresaran a América del Norte: eran dieciséis, y venían con la expedición conquistadora de Hernán Cortés.
¿De dónde provenían esos caballos españoles? La historia dice que en el segundo viaje de Colón, la expedición de colonización, embarcaron unos llamados “matalones”, esto es, caballos ruines y desmedrados, y que ese tronco inicial fue el que pobló las Américas.
Pero no es cierto que se tratara de tales “matalones”. La historia es muy otra. Cristóbal Colón había dado su aprobación a unos soberbios ejemplares hispano-árabes, en el alarde previo de efectivos que le presentaron los comerciantes. Pero sucedió que en el momento del embarque enfermó el Almirante, y los tratantes sevillanos cambiaron a toda prisa los caballos aprobados por otros de muy mal aspecto, los citados “matalones”. Así reza en innumerables libros.
Pero ese “cambiazo” fue providencial para la ganadería caballar de la América rural. Los pícaros tratantes recolectaron caballos baratos en el área que tenían más a mano: las marismas del Guadalquivir, que entonces llegaban casi hasta el puerto de Sevilla. Las marismas son una zona extensa y abierta, inundable un tiempo, un ecosistema exigente, apto tan solo para quienes se hayan criado en él. Las reses o los caballos forasteros sucumben en poco tiempo en el ambiente radical de la marisma.
Los caballos embarcados finalmente en las naves de Colón fueron pues caballos de las marismas: el llamado caballo marismeño, por una parte, y por otra el llamado caballo de Retuerta, raza autóctona que todavía habita en las retuertas, la larga y fértil banda de tierra que une la marisma con la tierra firme. Se trata de caballos de escasa alzada, de aspecto en efecto más bien pequeño y ruin, pero muy fuertes y resistentes, insuperables en el trabajo.

Caballo de Retuerta de las Marismas del Guadalquivir.

Y resultó que en América encontraron esos caballos marismeños tierras muy semejantes a las de su origen: los llanos de Venezuela, la Pampa argentina o la Patagonia se parecían no poco a las tierras desacotadas de las marismas. Y también eran parejas las grandes praderas del Suroeste, las de Nuevo México, Arizona, Tejas… Allí pudieron adaptarse pues con suma facilidad, lo que no hubiera sucedido con los lucidos caballos hispano-árabes del alarde colombino. El ADN ha demostrado cumplidamente que las caballadas americanas proceden de los caballos marismeños y de Retuerta.
Gracias a esa similitud de ambientes, los caballos prosperaron rápidamente en América del norte y del sur. Las caravanas terrestres que partían de México, la capital de la Nueva España, para poblar el suroeste de los actuales Estados Unidos, llevaban invariablemente nutridas manadas de caballos. Esos caballos engrosaron las haciendas vaqueras, dando lugar al tipo humano tan conocido del cow boy del Oeste, descendiente directo del jinete andaluz, empero haber pasado como una genuina creación norteamericana gracias al cine.
Los indios de las grandes praderas también se hicieron con caballos. Aprovechaban los descansos nocturnos de la ruta de las referidas caravanas, el llamado Camino real de tierra adentro, y robaban caballos, que luego aprendieron a montar, convirtiéndose en insuperables jinetes, dando paso a la epopeya del indio a caballo, que tantos problemas causó a los colonos españoles primero y más tarde a los norteamericanos.



El cow boy a caballo desciende de los jinetes andaluces de la marisma.

Y un tercer grupo de caballos escapó de los hatos españoles y se hizo tan famoso como salvaje: se trata del mustang, que significa caballo mesteño o mostrenco, esto es, el caballo cimarrón reinsertado en la naturaleza como animal libre y silvestre, hoy una verdadera joya biológica declarada especie protegida por el Congreso de los Estados Unidos.
Tal es el origen del caballo en América. Por eso, como declaró el director de un conocido museo norteamericano, “todo cuadro en el que figure en los Estados Unidos un caballo, es un tributo a España”.

Nenhum comentário:

Postar um comentário