terça-feira, 11 de julho de 2017

Los parientes de Cuba

Los parientes de Cuba

Mi abuelo siempre contaba que una parte de los Unzaga salió de un pueblito perdido, al sur de Bilbao, allá por el fin del siglo XIX.
Eran corajudos (1), y se vinieron para América, sin pensarlo mucho, a la buena de Dios (2).
En esas ocasiones, en medio de las añoranzas, al abuelo se le escapaban un montón de refranes para describir la gesta familiar.
Que vinieron “con una mano adelante y otra atrás” (3), que los chicos crecían “a la que te criaste”(4), pero siempre nacían “con un pan debajo del brazo” (5), etc, etc.

La aventura de mis antepasados era como la de otros miles de jóvenes españoles que, después que su patria perdió los últimos esplendores en la guerra con los Estados Unidos (a), decidieron mudarse para la tierra del futuro, la gran América del Sur.
Era igual a tantas otras historias pero... como les ocurrió a muchos de esos soñadores, el destino les jugó algunas malas pasadas.
Salieron del país vasco, por aquel entonces, dos hermanos: Victoriano y Federico.
El primero se fue directamente a Santiago Del Estero, en el norte de Argentina. Los leñadores de “La Forestal” (b) ya se retiraban de a poco de esos pagos (6), sin demasiado éxito, en busca de mejor suerte.

Los recién llegados, con poco dinero pero con mucho tesón y empeño, se establecieron en una finca, a unos pocos kilómetros de la capital.
El terreno era cercado a la usanza diaguita (7), con pircas (8) de poca altura. Adentro se desparramaba un magro rebaño de cabras chúcaras (9) y flacas, y unas cuantas plantas silvestres: mistoles y algarrobos (10).
Los arbustos, escuálidos, se extendían algunos metros, entre la quinta de higueras y la acequia, casi siempre seca, a no ser por las noches en que la “mita”(11) les repartía el turno del agua para los riegos.

El segundo hermano, Federico, según cuentan, se fue haciaLa Habana, que en aquellos años del fin de siglo XIX recién dejaba de pertenecer a España y empezaba a atraer a los yanquis, que eran los nuevos dueños de las barajas en Cuba(c).
La gente de aquella época no era muy dada a las letras, y a los de mi familia en particular, no lês entusiasmaban mucho las cartas.
Así fue que mi abuelo José nunca más tuvo noticias de su hermano, ni nadie en la familia se volvió a preocupar por los parientes caribeños, hasta el dia en que me telefonearon de Pasacaballos (d).

—¡Hola!¿sí?¿quién habla?
—¿Es la residencia del Sr. Villanueva?— un acento cantado, del otro lado de la línea.
—Sí.¿Con quién desea hablar?— pregunto, intrigado.
—Con el Sr. Villanueva, por favor.
—Soy yo. ¿De parte de quién?
—Mi nombre es Unzaga. Soy su pariente, y Le hablo de Pasacaballos, en Cuba.
—Bueno,...este,...encantado... ¿en qué puedo servirlo?
—Mira, chico (e), te llamo porque tu tío Luis, sobrino de tu abuelo Victoriano, está muy viejecito (e), y antes de morirse quiere verte. Y también porque su padre, Federico, le dejó como último pedido, que te entregara una herencia...— dijo el cubano, y... se cortó la comunicación.

Colgué el tubo, y ya sabía que la curiosidad era más fuerte que mi voluntad. Sin pensarlo dos veces llamé a Cuca, que tiene una agencia de viajes em Lavalle y Maipú, cerquita de Florida (12), para averiguar el precio de los pasajes.
Mareado por lo inusitado de la llamada de Cuba,
pero mordiéndome de curiosidad, saqué la valija(13)y el pasaporte, y mientras con una mano metía ropas y papeles, con la otra me las arreglaba para telefonearle al jefe.

El teléfono suena cinco veces en la redacción de “ProHispam”. Quien atiende es Chango, un tucumano, asistente del jefe:

—Hola. ¿Chango? Es Javier, ¿y la “Chancha”, ya llegó?... medias (14), saco (14) de verano, chombas (14)...
—No, no llegó... ¿pero que es éso de “medias, saco, chombas”?—, dice el “Chango”, intrigado.
—No, nada, loco (15)... esteee..., mirá (f), decile a la “Chancha” que me tomo una semanita de descanso, que le voy a traer una nota del Caribe. ¡Chau, ché! (f)
—Pero, Javier, pará (f), ¡loco!, escucháme (f),— le oí balbucear al Chango antes de colgar.

No pasaron ni diez minutos y suena de nuevo el teléfono. Un sonido típico de larga distancia me dice que son otra vez mis parientes de Cuba. Se escucha un eco antipático, también muy común en lãs llamadas internacionales vía satélite.

—¡Hola, sí, soy yo...!— contesto, cada vez más curioso.
—Villanueva, otra vez le comunico con el Sr. Unzaga de Pasacaballos...— el cantito caribeño de La telefonista me deja medio abombado.

—Mira chico, apúntate la dirección de mi tío en la Habana— me larga sin preámbulos mi pariente cubano— El Vedado, calle José Martí, número 37, fondo, el teléfono es 27453, búscalo en la Asociación de Ajedrez, y...— otra vez se corta la comunicación.

Era pleno mes de julio, el mes de las vacaciones de invierno en la Argentina.
El centro de Buenos Aires se llena de ruidosos turistas brasileños que caminan, medio perplejos ante las maravillas del cambio, que les era desfavorable en los años de Menem y ahora, en cambio, todo les resulta baratísimo.
Los brasileños se dan, de vez en cuando, unas escapaditas disimuladas hasta los televisores de La peatonal de Florida para enterarse cómo van los partidos de fútbol de la Copa (h).
Y, para variar, los partidos decisivos están outra vez muy disputados entre los jugadores brasileños “canarinhos” (h) y el seleccionado albiceleste (h) de Argentina.

Salí de la agencia de Cuca con el pasaje y la tasa de embarco pagados. Y con el tiempo justito para llegar a Ezeiza y tomar el 727 de Aerolíneas Argentinas que salía los viernes para el Aeropuerto José Martí, en Habana.

Llegué unas doce horas más tarde, después de parar dos veces, una en Manaos y otra en Aruba.
Esta ruta era un paraíso del turismo “médio pelo”(16) de Argentina y de Brasil; aunque reconozco que no dejaba de tener sus encantos.

En Aruba fue donde escuché por primera vez el “papiamento”(i) criollo; y volando sobre las aguas esmeraldas del Caribe, entre Jamaica y Haití, me acordé de los versos de Nicolás Guillén (j), que hablan del “largo lagarto verde”, refiriéndose a Cuba, pero que podían servir también para las otras islas grandes de las Antillas.

Al desembarcar nos sacaron fotos, tal vez para confirmar que no éramos espías y, como por compensación, nuestros pasaportes no fueron sellados con los timbres de Cuba, –lo que podia impedirme luego ir a los Estados Unidos–.
Mi hotel, reservado por la agencia de Cuca, quedaba en el Vedado, antigua zona residencial, con varios hoteles y embajadas.
El Hotel Riviera, construido a pedido del mafioso Lucky Luciano, todavía era uno de los mejores exponentes de los años 50.
Cuenta con casino, cabaret, bar americano y piletas de natación con aguas saladas (lo que después de la Revolucióndejó de ser un lujo, ya que el água dulce se hacía cada vez más cara).
Como entré al hotel a las once y cuarto, todavia tuve tiempo de salir a dar una vuelta por la Habana Vieja.

Me ubiqué en la guía de calles que me dieron en el hotel y caminé hasta la calle Chile y doblé por José Martí. El número que me pasó mi presunto (18) pariente por el teléfono no existía. Intrigado, me alejé del lugar.

Pasé por la Catedral, donde unos recién casados se sacaban fotos en frente al Museo de la Revolución.
Me paré en La Bodeguita del Medio (k) y vi una foto antigua del viejo Hemingway (k).

Fue entonces cuando noté que me estaban siguiendo. Pero no tuve tiempo de meditar mucho sobre el asunto; casi de inmediato un muchachote de unos diecinueve años me abordó en el mostrador de La Bodeguita:

—Yo también soy Unzaga; el mensaje era de mi tio Luis. Él fue quien te telefoneó. Mi nombre es Carlitos.—
—Mucho gusto— le dije, casi tartamudeando.—

Quiere decir entonces que, después de noventa años, y tres generaciones de por medio, venimos a descubrir que
los Unzaga de Argentina y los de Cuba seguimos siendo
parientes y...—
—Venimos, no. Vienes tú solo, chico. Porque los de aquí de Cuba siempre tuvimos noticias de ustedes, los “chés”(19), y si no cogimos el teléfono antes para contactarlos, fue nada más que por falta de recursos—.
—Y decíme (f) entonces— volví a balbucear yo,— vos (f) y tu familia sabían todo sobre nosotros porque alguien se lo contaba o...—
—Todo a su tiempo— me cortó mi joven pariente cubano.— Lo que interesa ahora es contarte la historia
de los seis cuadros.
—¿Seis cuadros?— casi grité yo, cada vez más intrigado, al mismo tiempo que mi recién conocido pariente me tapaba la boca con su mano.
—¡Shhh! ¿Que no les enseñan en Argentina a tener un poco de discreción?

Yo casi ni me di cuenta, y el hombre que antes me seguía, ya estaba a mi lado, abrazándome efusivamente.
Muy suave me empujó para afuera de La Bodeguita y me colocó dentro de un taxi.
—Entre, Villanueva, por favor—
En las calles angostas de la Vieja Habana se apretaban grandes ómnibus de fabricación rusa o italiana, con Fiats 600 argentinos y antiguos sedanes norteamericanos de la década del 50.
Las “guaguas”, o colectivos, pasaban llenas de chicos con graciosos uniformes azules, rojos y blancos.
Nos bajamos del taxi al llegar al Malecón (20).
Una brisa húmeda y melosa se nos pegaba al cuerpo, y las guayaberas (21) blancas de mis parientes cubanos flameaban enloquecidas cada vez que las olas golpeaban furiosas contra las piedras.

—Bueno, ¿vamos al grano (22), ché?— les dije. Parece que ellos simpatizaron con mi acento porteño; cruzaron unas miradas y unas risitas rápidas y ahí nomás empezaron a desembuchar (23).
—Lo de los seis cuadros es una historia que viene de los primeros meses después de la revolución,— dijo el mayor de mis primos segundo, el que me estaba siguiendo.
—En febrero o marzo del 60, una fiebre de buscar tesoros contagió a casi todos los habitantes de La Habana. Es que muchos ex-millonarios, antes de volar para Miami (24), escondieron sus fortunas en dinero o joyas, en sus propias casas, camuflándolas dentro de una pared, un sofá, una silla o un cuadro.
—Las viejas caseronas del Vedado, abandonadas de golpe por sus ricos propietarios, estaban ocupadas desde entonces por familias enteras, que dedicaban una parte del día a agujerear paredes, buscando los tesoros dejados por los “gusanos”(25) —, continuó mi primo.
—¿Y los cuadros?— pregunté yo, cada vez más curioso.
—Un momentico (l), chico— hizo una pausa Fernando, el hermano mayor de Carlitos.
— Un momentico, que lo de los cuadros nos lo contó unos
cinco o seis años después un ex-sirviente en la casa de nuestro abuelo, Federico Unzaga...
—¡El hermano de mi abuelo!— interrumpí yo outra vez.
—Sí, chico, Federico, el hermano de tu abuelo— continuó Fernando— que al llegar de España se volvió un hombre muy rico y avaro. Ya viudo, y vuelto a casar con una guajirita(l) mucho más joven, lo sorprendieron los nuevos tiempos dela Revolución.
Total que, casi con un pie en la tumba el viejo le cuenta a su fiel sirviente que su fortuna estaba repartida entre dos cuadros.
—¡Dos cuadros!— repito, medio atontado.
—Sí, chico, en dos cuadros o, mejor dicho, en los fondos falsos de dos lienzos que formaban parte de una colección de seis lindas imitaciones del joven Dalí—, completó Fernando.
—De los dos cuadros que realmente importaban— continuó mi primo segundo,— o de los dos falsos fondos de tela, uno cayó en las manos de un jefe de Brigada, que lo donó todo, dinero y joyas, para el museo de la Revolución, que a su vez lo destinó a La construcción de una escuela.
—El otro cuadro, según nos contó el ex-sirviente en su lecho de muerte en Pasacaballos, hace un par de meses, salió misteriosamente hacia Córdoba, en tu país, unos quince años atrás—, resopló Fernando, apenas llegó al punto alto de su relato.
—¿Y?— volví a balbucear yo, por tercera vez en lo que iba del día.
—Y ahí,— dijo Carlitos, mi primo segundo menor,— ahí es que tú entras, chico.
—¿Y vos me venís ahora con todo este rollo, cuarenta y pico de años después de la Revolución, noventa años después que los viejos se las tomaron de España?— dije yo, haciéndome el indignado,— ¡y me decís que yo entro en este cuento! ¿cómo, cómo, me querés decir?— y enseguida bajé la voz, antes que mis primos me taparan la boca de nuevo.
—¿Sabes, chico?,— volvió a empezar, bien mansito Fernando,— es que hace unos treinta años, cuando volvió al gobierno en tu país el general Perón, (26) ¿recuerdas?
—Sí, el “Pocho”, (26) inolvidable— dije yo, pensando para mis adentros si algún argentino podia realmente olvidarse de algo relacionado con Perón.
—Que cuando Perón volvió a Argentina,— continuó Fernando— y para ayudar a romper el bloqueo a Cuba, lo primero que hizo fue venderle a mi país una partida de taxis Fiat, que son producidos en Córdoba. Y entre los ejecutivos de la compañía que vinieron a firmar el contrato, apareció un gringo...
—¿Un tano?— interrumpí yo de nuevo.
—¿Cómo?, ¿un qué?— dijo Fernando.
—Un italiano, un gringo—, me corregí, aclarándole al cubano, como les llamamos cariñosamente en la Argentina a los inmigrantes italianos, que forman gran parte de la población de mi país.
—¡Ah!, sí, venía de Córdoba, pero era de la Fiat de Turín, y el hombre se quedó encantado con un cuadrito antiguo, que él juraba que era un Dalí auténtico,— continuó Fernando.
—¡Ajá! un Dalí, ya veo por dónde viene la mano,— comenté.
—Bueno, y de las manos de una guajirita simpática que lo heredó de nuestro abuelo, sin saber su verdadero contenido, el cuadro fue a parar al sur, bien al medio de la pampa seca, en la provincia de Córdoba, Argentina,— suspiró aliviado Fernando al terminar el relato.

No hubo mucho tiempo para seguir la conversación. Una marejada violenta casi estrella un auto Lada contra el muro del Malecón; casi al mismo tiempo, se estacionaba con una frenada y nos abordaba una patrulla policial.
Dos muchachos uniformados se bajaron del coche y me preguntaron si los cubanos me estaban molestando, que si por casualidad me estaban pidiendo que les cambiara dólares, algo completamente prohibido por aquella época.

Como les dije a los policías que todo estaba bien, se alejaron con un saludo rápido. Mis dos flamantes primos, sin mucha formalidad, desaparecieron casi tan rápido como habían surgido de la nada, dejándome intrigado con su historia fantástica.
Y así me fui yo, caminando y silbando bajito um “cha-cha-chá” de los años 50, pensando en el extraño ir y venir de cuadros, de tesoros, de revoluciones, hasta llegar al Riviera, y dormirme profundamente con los zapatos puestos, con un calor de casi 40 grados.

Bajaba más tarde al “loby”, como le dicen em Cuba a la planta baja, y se me aparece un petisito con sombrero y cara de policía, de civil.
Con un bigotito fino a lo Clark Gable, y un jopo (j)engominado, el sabueso pidió un daiquirí para mi y una tropi-cola para él.

Me miró fijo y me dijo: —Sr. Villanueva, hemos detenido anoche a dos falsificadores, en el momento exacto en que trataban de embarcar por Aerocuba un cuadro, imitación de un Dalí, destinado a un tal Jorge Unzaga, en Córdoba— dijo, mientras me miraba con aire de sospecha.
—Descubrimos que él es su pariente, y luego de interrogar a los pillos, supimos el paradero de outro familiar suyo; esta vez se trata de un cubano, el señor Luis Unzaga, que los malvivientes escondieron en un bohío (27) cerca de la entrada de Pasacaballos,— agregó.

Siempre me encantó la tonadita dulce de los cubanos. Me gustan, sobre todo las “eses” que se tragan al hablar, no sólo en el medio o al final de las palabras, como mis parientes catamarqueños o cordobeses, sino a veces también al principio.
Pero en esta ocasión no estaba de humor como para prestarle atención al acento del policía; más bien me esforzaba por no perder ningún detalle Del relato que me traía.
Le conté, por supuesto, el “verso” que mis presuntos primos me estaban vendiendo. Él escuchó sin decir una palabra; después pidió un mamey colorado, una fruta típica muy sabrosa, y me invitó a dar una vuelta por el Museo, que queda en un antiguo fuerte español, mientras acababa de enterarme de la historia.

—El truco, según parece, consistía en hallar en el exterior un pariente de algún ex-millonario. Acto seguido, llamaban por teléfono a la víctima; lo interesaban hablándole del familiar alejado durante muchos años, de tal suerte que lo hacían venirse a Cuba,— retomó el hilo el policía.
—Y le contaban una historia, medio verídica y por lo tanto verosímil –continuó, mientras mirábamos los cuadros de una exposición de pintura en el Fuerte– como la de una supuesta fortuna escondida dentro de los cuadros.

—Casi me vendieron un buzón (28), –dije yo, que empezaba a darme cuenta de la trama–. Supongo que, después de que llegaran los cuadros a Córdoba, ellos iban a tratar de venderme una parte del tesoro imaginario.
—Tan fácil y simple como lo dices, chico –encerro el asunto el policía, mientras me señalaba unas cerámicas, a la salida del Fuerte. –Boniticas, ¿no?—

Ahí nomás nos despedimos; siguió el policía a pie por la vereda del edificio que antes de La Revolución era la embajada norte-americana. Y yo seguí caminando hasta la parada de taxis, donde agarre un Lada que me dejó en el Hotel Riviera.
El antiguo cuatrimotor a hélices que nos llevó hasta Cayo Largo era piloteado por un hombre de unos cincuenta años, veterano de las guerras en Angola, que mezclaba la tonada cubana con un fuerte acento portugués, de Lisboa.

Bajamos una docena de turistas, que fuimos enseguida muy bien atendidos por los recepcionistas de Cubatur.

Agua mineral, ron, azúcar y menta. Rumba y chacha-chá, para olvidarme de la frustración de casi ser
estafado.
El avioncito parte mañana a las siete y media. Rumbo a Ciudad de México, la antigua Tenochtitlán, la legendaria capital de los aztecas hasta hace casi un medio milenio.
Pero ésta ya empieza a ser otra historia.

FIN
Javier Villanueva. Corresponsal de “PROHISPAM”. Noviembre de 2001.

Notas culturales y lingüísticas para entender mejor el cuento “Los parientes de Cuba”

1. Corajudos: (Arg/Urug) valiente, con gran coraje. (En portugués: corajosos).
2. A la buena de Dios (ao Deus dará) A merced de la suerte, sin planificación ni ayuda de nadie.
3. Con una mano adelante y otra atrás (com uma mão na frente e outra atrás). Sin nada, sin pertenencias ni dinero.
4. A la que te criaste. (De qualquer jeito) Con lo que se aprende en la calle, sólo con la experiencia de vida, sin escuela ni ayuda de nadie.
5. Con un pan debajo del brazo (com muita sorte e trabalho, apesar
da pobreza) Con buena disposición y listos para trabajar, aunque muy
pobres y sin recursos.
6. Pago, querencia (a terrinha) lugar de nacimiento o de la parte más importante de la vida de un habitante del campo.

aGuerra Hispano-americana, o Guerra con los Estados Unidos. Conflicto armado de fin del siglo XIX en que España perdió SUS últimas posesiones en América (Cuba) y parte de su imperio mundial (Las Filipinas) que quedaron bajo control de los EEUU.

b. La ForestalEl territorio que ocupó formó parte de la reserva maderera de quebrachos colorados más grande del mundo. Fue la mayor compañía de exportación y fabricación de tanino de quebracho colorado en el mundo, y llegó a ocupar un 15% de Santa Fe, provincia del este argentino.
La adquisición de su territorio constituyó la venta de patrimonio fiscal argentino más importante del siglo XIX. En 1872 el Gobierno de la Provincia de Santa Fe contrató un empréstito en Londres, cuyo pago no fue cubierto. Debido a esto, en 1880 el gobierno envió a las Cámaras Legislativas un proyecto de ley para el pago de la deuda, por el cual las tierras serían vendidas en Inglaterra u otras partes de Europa, para destinar lo producido al pago del préstamo.

7. Los diaguitas-calchaquí, indios del noroeste argentino, son hoy aproximadamente 6.000 personas. Hay también numerosos descendientes mestizos en los valles Calchaquíes de Tucumán y Catamarca (províncias del NO de la Argentina). Los calchaquíes pertenecieron al grupo étnico de los diaguitas, que desarrolló la cultura indígena más compleja en territorio argentino. Perdieron su lengua al ser absorbidos por el quechua, pero el arte diaguita relumbró en la cerámica y la metalurgia.
Antes de la dominación española, hacia 1480, durante el reinado del Inca Tupac Yupanqui los incas se adentraron en territorio argentino.
Hoy ocupan la tierra por arriendo. Lucharon valerosamente por ella en la época de la conquista, sufriendo persecución, muerte y destierro –los Quilmes, pertenecientes a esta nación y una de sus tribus más guerreras, fueron trasladados a la provincia de Buenos Aires, en época de la
colonia, para que perdieran su identidad como pueblo, para dominarlos y arrebatarles la tierra-. Aún así conservan elementos de su rica y milenaria cultura, con rituales a la Pachamama, formas de cooperación y el canto con percusión de bagualas, tonadas y vidalas.

8. Pircas- Antiguas paredes hechas con bloques de piedra en seco, de forma rectangular, al pie de los cerros del noroeste y de la Patagonia argentinas, forman corrales de 100 por 150 metros. Estas raras construcciones, describen, roca sobre roca, recintos circulares que custodian los valles y quebradas, donde aún se conserva el secreto de su origen. Estos corrales debían encerrar por las noches las haciendas cimarronas y sin dueño que vagaban sueltas por la pampa.
Son paredes levantadas por indígenas para controlar también el movimiento de personas y animales a lo largo de los valles que comunican a la Argentina con Chile, logrando con ello una mayor eficacia en el traslado de ganado, y un sistema encadenado de puestos defensivos.
También se presume que tenían por objeto la gran feria a la que periódicamente concurrían los araucanos chilenos con sus tejidos, y los tehuelches, patagones y ranqueles de la Patagonia argentina, con sus peleterías y sal, que negociaban con los pampas, huacaces y pehuenches, entregando en pago ganados vacunos y caballares que robaban a los hacendados fronterizos.

9. Chúcaras. (em português: chucras) Animales no domesticados, o no domesticables, sin doma.

10. Mistoles y algarrobos. Árboles frutales del norte de la pampa seca argentina (Córdoba, Santiago del Estero, Catamarca y NO)

11. Mita. Era una forma de reparto de los indios entre los colonizadores; también se llama así al reparto del turno del agua para los riegos en el NO argentino.

d. Pasacaballos. Localidad de Cuba, cerca de Trinidad y de Cienfuegos.

e. Chico: apelativo, forma de llamarse entre amigos en Cuba, similar al “che” argentino, que se podría traducir por “meu” en el portugués informal de São Paulo.

e. Viejecito: (velinho) viejito.

12. Calle Florida: calle tradicional, del centro de Buenos Aires, muy visita da por los turistas.

13. Valija: (mala) maleta de viaje.

14. Medias: (meias) calcetines.

14. Saco: (paletó) chaqueta.

14. Chomba: camiseta sport.

f. Mirá. Forma verbal argentina, uruguaya y paraguaya (voseo) que en el imperativo reemplaza a mira.

f. Decile, reemplaza a dile.

f. Pará, reemplaza a para.

f. Escucháme, reemplaza a escúchame.

h. La Copa. Campeonato Mundial de Fútbol que ocurre cada 4 años. Canarinhos, nombre popular del seleccionado brasileño. Albiceleste, denominación popular del seleccionado celeste y blanco argentino.

i. Papiamento. Lengua criolla de Jamaica y otras islas del Caribe, Aruba, Curazao y Bonaire. Mezcla léxicos del español y portugués principalmente, sin que se pueda realmente diferenciar de cuál de ellos provienen, y en menor medida del holandés, el inglés, y de diversas lenguas africanas. Es una lengua que cuenta con literatura, periódicos, revistas, y sitios web.
Pa scucha e programa radial “Papiando Salud*” riba internet please bai na www.Hit94.com. Porfabor nota: E programa aki ta wordo transmiti na Papiamento.
http://www.viananaturalhealing.com/mainpap.html “.

i2. Momentico. En el Caribe y Centroamérica el diminutivo más común es -ico, en lugar de -ito, muy común en el resto de América Latina, y de -illo, más usado en España.

j. Guillén, Nicolás (1902-1989). Poeta cubano, representante de la poesía negra de su país. Desde su juventud participó intensamente en la vida cultural y política cubana, lo que le costó el exilio en varias ocasiones. Tras el triunfo de la Revolución en 1959 desempeñó cargos y misiones diplomáticas de relieve. Inició su producción literaria posmodernista y vanguardista en los años veinte. Se convirtió muy pronto en el representante destacado de la poesía negra afroantillana.
En Motivos de son (1930), Sóngoro cosongo. Poemas mulatos (1931), West Indies Ltd(1934) y poemas dispersos en libros posteriores, logró la expresión auténtica de una cultura mulata, propia de un país mulato como él mismo, y manifestó una preocupación social creciente.
Desde West Indies Ltd., evolucionó hacia lo político y lo social: en Cantos para soldados y sones para turistas (1937),El son entero (1947) y La paloma de vuelo popular (1958), mostró su compromiso con la patria cubana y americana, con los negros y con todos los desheredados del mundo.
Su Poema en cuatro angustias y uma esperanza (1937) acusó el impacto de la Guerra Civil española y El asesinato de Federico García Lorca.
Tengo (1964) expresa su júbilo ante la Cuba revolucionaria, yPoemas de amor (1964), El gran zoo (1967), La rueda dentada (1972), El diario que a diario (1972) y Por el mar de las Antillas anda un barco de papel.
Poemas para niños y mayores de edad (1977) demuestran
su capacidad para conjugar preocupaciones diversas y encontrar formas de expresión renovadas. En Prosa de prisa(1975-1976) se han recogido sus trabajos periodísticos.

j. Jopo. Mecha de pelo levantada sobre la frente. Puede llevar gel fijador. (topete).

k. Ernest Miller Hemingway, escritor estadounidense, nació en 1899 en ChicagoSe aficionó al fútbol, al boxeo y la caza. Al acabar en 1917 sus estudios medios renunció a entrar en la universidad y consiguió
trabajo en el rotativo Star de Kansas City. Viajó por distintos países de Europa y Africa. Cuando su país intervino en la Primera Guerra Mundial quiso alistarse en el Ejército, pero una antigua herida se lo impidió.
Entró en la Cruz Roja y se convirtió en conductor de ambulancias en el frente italiano, donde fue herido de gravedad antes de los 19 años. De regreso a los Estados Unidos reingresó al periodismo, como corresponsal del Toronto Star. Su periódico, y la cadena de periódicos de Hearst, lo nombró corresponsal en Europa. En 1927 regresó a Estados Unidos, y en 1930 se mudó a Florida, que desde entonces sería su lugar de trabajo, pesca y descanso. En 1929 va a España, adonde vuelve en 1937, durante la Guerra Civilcomo corresponsal; se inclina por la república, a la que defiende con artículos y novelas. Luego va a China como corresponsal de guerra. Más tarde fue reportero del Ejército de Estados Unidos.
En 1944 fue testigo del Día D: el desembarco aliado en las playas francesas.
Llegó hasta París con las tropas libertadoras. Después de la guerra, se estableció en Cuba, cerca de La Habana. Utilizósus experiencias de pescador, cazador y aficionado a los toros en sus obras. Estuvo al borde de la muerte en la Guerra Civilespañola, cuando estallaron bombas en su hotel, en la II Guerra Mundial al chocar con un taxi durante los apagones de guerra, y en 1954 cuando su avión se estrelló en África.
En 1969 abandonó Cuba y se instaló en Estados Unidos. Sufría ya problemas mentales, y fue hospitalizado dos veces a causa de la depresión, que finalmente no pudo vencer, suicidándose de un tiro de escopeta el 2 de julio de 1961.
Fue uno de los escritores más importantes entre las dos guerras mundiales. Su primera obra está fechada en 1923. Un año más tarde, aparece un volumen de cuentos titulado Ennuestro tiempo (1924, Hombres sin mujeres (1927), que incluía el cuento Los asesinos El que gana no se lleva nada(1933), que describen las desgracias de los europeos.
La novela que le dio la fama, Fiesta (1926), narra la historia de un grupo de estadounidenses y británicos que vagan sin rumbo por Francia y España, miembros de la generación perdida del periodo posterior a la I Guerra. En 1929 publicó su segunda novela importante, Adiós a las armas. SiguieronMuerte en la tarde (1932), sobre corridas de toros, y Lasverdes colinas de Africa (1935), sobre caza mayor. Tanto su novela Tener y no tener (1937) como su obra de teatro La quinta columna, publicada en La quinta columna y Los primeros cincuenta y nueve relatos (1938), condenan las injusticias políticas y económicas. Dos de sus mejores cuentos, La vida feliz de Francis Macomber Las nieves del Kilimanjaro, forman parte de este último libro.
En Por quién doblan las campanas (1940), basada en su experiencia durante la Guerra Civil española, intenta demostrar que la perdida de libertad en cualquier parte del mundo es señal de que la libertad se encuentra en peligro en todas partes. Por el número de ejemplares vendidos, esta novela fue su obra de más éxito. En la década siguiente, sus únicos trabajos literarios fueron Hombres en guerra (1942), y La novela Al otro lado del río y entre los árboles (1950).
En 1952 publicó El viejo y el mar, novela corta sobre un viejo pescador cubano, con la que ganó el Premio Pulitzer de Literatura en 1953. En 1954 recibió el Premio Nobel de Literatura. Su última obra publicada en vida fue Poemas completos (1960). Los libros que se publicaron póstumamente incluyen París era una fiesta (1964), un relato de sus primeros años en París y España, Enviado especial(1967), que reúne sus artículos y reportajes periodísticos,Primeros artículos (1970), la novela del mar
Islas en el golfo (1970) y la inacabada El jardín del Edén(1986). Dejó sin publicar 3.000 páginas de manuscritos.

k. La Bodeguita del Medio. Restaurante o bodega bohemia, muy famosa en La Habana, queda en la calle de Empedrado, entre edificios coloniales, atrás de la Catedral barroca. En ella, Hemingway, Nicolás Guillén y otras decenas de escritores, artistas y políticos han dejado sus firmas o dibujos recordativos. Fundada en 1942 por Ángel Martínez, era una minúscula tienda de venta de víveres. Como habían otras bodegas en las esquinas vecinas, empezaron a decirle “del Medio”, en vez del nombre original “Casa Martínez”.

15Loco. Igual que “che” se usa como una forma familiar o amistosa de dirigirse a alguien para llamar la atención. Se parece al “ô meu!” informal de los paulistanos.

16Medio pelo. Forma despectiva de referirse, en la Argentina, a la clase media baja en ascenso.

17Mojito. Bebida típica de La Habana, inmortalizada por escritores y artistas, mencionada por Graham Green y Hemingway. Dicen que nació en los años 30, en una recepción en el Hotel Sevilla, en La Habana, buscando una bebida que pudiera simbolizar a Cuba. ¡Y parece que lo lograron!.

18Presunto. Adjetivo, significa “supuesto”, “que se presupone que es” (en portugués, pretenso, presumidamente).

19Chés. Apodo que los cubanos y centroamericanos dan a los argentinos por su uso repetido del “che” al llamar a un amigo. Ver “Ché Guevara”.

20Malecón. Nombre que se les dá a los paseos marítimos o veredas costaneras en Cuba, Santo Domingo y el caribe en general. En La Habana, el Malecón rodea el barrio del Vedado y el Centro hasta laHabana Vieja. Tiene 5 km de longitud, del Castillo de la Punta a la Chorrera. Para los
habitantes de la Habana y para los turistas, es muy agradable “hacer” el Malecón en coche descapotable, muy despacito, al caer la tarde, cuando el sol “entra” en el mar. La avenida sería muy hermosa pero lãs casas vecinas han estado descuidadas durante más de treinta años. La Unesco empezó la refacción de las casas desde el Castillo de la Punta.

21Guayaberas. Camisas típicas del Caribe, muy amplias y frescas, con cuatro bolsillos, dos de ellos en la parte inferior.
22Al grano: directo al asunto. Derecho al tema (en portugués, direto ao ponto).

23Desembuchar. Decir todo de una vez, sin vergüenzas, “soltar” todo (en portugués, desembuchar).

24Volar para Miami.Cuando ocurrió la revolución Cubana, los sectores más ricos y contrarios al nuevo régimen salieron al exilio en Florida, EEUU.

25Gusanos. Los que apoyaban a la revolución y a Fidel Castro llaman así a los que se exiliaron en Miami.

26Juan Domingo Perón, cuyo apodo era “Pocho”, gobernó a la Argentina desde 1946 hasta 1951, y entre 1973 y 1974.

27Bohío. Cabaña o choza de caña, vivienda popular rural en Cuba, América central y Caribe.

28Vender un buzón. Engañar, estafar a alguien con un supuesto negocio, embaucar, (en portugués, passar a perna).


Para El estudiante de español:
¡A ver si lo hemos entendido todo!

1. ¿De dónde salieron y para dónde fueron el abuelo del
protagonista y su hermano?
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2. ¿Qué informaciones dan acerca de Aruba? ¿Conoces la isla?
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3. ¿Cómo se llama y cómo es el hotel dónde se hospeda
Javier?
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4. ¿Qué cuenta el protagonista acerca de los autos de Cuba?
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5. ¿De qué países vienen tus abuelos? Si lo sabes, investiga
las ciudades desde dónde salieron.
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6. ¿Conoces a alguien que haya venido de otro país o a
algún brasileño que se haya ido a vivir en el exterior?
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7. ¿Y tú? Has pensado en cambiar de país? ¿Por qué?
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8. ¿Cómo era la historia de los seis cuadros? Cuéntalo con
tus propias palabras.
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9. ¿Alguna vez te han intentado engañar?
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10. ¿Conoces a alguien que haya recibido una herencia?
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11. El protagonista cita una fruta diferente ¿Cuál es? ¿Qué
frutas le presentarías a un turista en Brasil? Descríbela.
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