"La mujer, en su propio
desenvolvimiento más reciente, sólo por algún tiempo y de modo pasajero imitará
los hábitos y modales masculinos, buenos y malos, ejerciendo a su vez las
profesiones generalmente reservadas al hombre.
Tras la incertidumbre de tales etapas transitorias, quedará de manifiesto que
si las mujeres han pasado por la gran variedad y la continua mudanza de esos
disfraces a menudo risibles, fue tan sólo para poder depurar su modo de ser
peculiarísimo, y limpiarlo de las influencias deformadoras del otro sexo.
Por cierto, las mujeres, en quienes la vida se detiene, permanece y mora de una
manera más inmediata, más fecunda, más confiada, deben de haberse hecho seres
más maduros y más humanos que el hombre. Éste, además de liviano -por no
obligarlo el peso de ningún fruto de sus entrañas a descender bajo la
superficie de la vida- es también engreído, presuroso, atropellado, y
menosprecia en realidad lo que cree amar.
Esta más honda humanidad de la mujer, consumada entre sufrimientos y
humillaciones, saldrá a la luz y llegará a resplandecer cuando en las mudanzas
y transformaciones de su condición externa se haya desprendido y librado de los
convencionalismos añejos a lo meramente femenino. Los hombres, que no
presienten aún su advenimiento, quedarán sorprendidos y vencidos.
Llegará un día que indudables signos precursores anuncian ya de modo elocuente
y brillante, sobre todo en los países nórdicos, en que aparecerá la mujer cuyo
nombre ya no significará sólo algo opuesto al hombre, sino algo propio,
independiente.
Nada que haga pensar en complemento ni en límite, sino tan sólo en vida y en
ser: el Humano femenino.
Tal progreso -al principio muy en contra de la voluntad de los hombres, que se
verán rebasados y superados- transformará de modo radical la vida amorosa,
ahora llena de errores, y la convertirá en una relación tal, que se entenderá
de ser humano a ser humano y ya no de varón a hembra. Este amor más humano, que
se consumará con delicadeza y dulzura infinitas -imperando luz y bondad, así en
el unirse como en el desligarse- se asemejará al que vamos preparando entre
luchas y penosos esfuerzos: el amor que consista en que dos soledades se
protejan, se deslinden y se saluden mutuamente.
Autor: Rainer
María Rilke
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