segunda-feira, 27 de novembro de 2017

La era de Carlos Fuentes


imagen

Por Georgina García Gutiérrez Vélez
 La Era de Carlos Fuentes
Fallecido el 15 de mayo de 2012, el escritor mexicano Carlos Fuentes legó una obra amplia y ambiciosa a la que buscó agrupar bajo el concepto general de “La edad del tiempo”. ¿Qué significa esta operación de reordenamiento de una obra en curso? ¿Cuáles son las implicaciones de una etiqueta con que se integraban libros de cuentos y novelas escritos a lo largo de varias décadas?
¡Cómo de entre mis manos te resbalas!
¡Oh, cómo te deslizas edad mía!            
¡Qué mudos pasos traes muerte fría,   
pues con callado pie todo lo igualas!  
FRANCISCO DE QUEVEDO

El tiempo que todo lo devora —revoluciones, políticos, burgueses— es capturado por el arte que sí sobrevive. México, el mundo, quedan en la novelística mestiza de Fuentes… El gran mural de Fuentes abarca más que el siglo XX y es indispensable para comprenderlo. La gran memoria mural es la respuesta creativa de Carlos Fuentes al reto del devorador implacable que no tiene edad.
GEORGINA GARCÍA GUTIÉRREZ VÉLEZ,
“México, arte y Revolución: la novela mural de Carlos Fuentes” (2010)
A MANERA DE PREÁMBULO: 
LA VIDA DE “LA EDAD DEL TIEMPO”
La mayoría de los libros de narrativa de Carlos Fuentes tiene una lista titulada “La edad del tiempo” que presenta sus novelas y volúmenes de cuentos. Apareció a mediados de la década de los años ochenta del siglo pasado y siguió acompañando sus obras durante 27 años, hasta Federico en su balcón. Esta novela póstuma, que salió en septiembre de 2012, cuatro meses después de la muerte del escritor, ocupa el último número de “La edad del tiempo”. Sobre el lugar de esta novela en la lista, Fuentes dejó instrucciones precisas a su editor Ramón Córdoba Alcaraz de ponerla en el XVI. Le agradezco a Ramón este dato serio y confiable, porque proviene de quien conoció muy de cerca el modo de trabajar de Carlos Fuentes.
“La edad del tiempo” aparece por primera vez en Gringo viejo (1985), editada por el Fondo de Cultura Económica. La incluirán los siguientes títulos publicados por la misma editorial: Cristóbal nonato (1987), Constancia y otras novelas para vírgenes (1990), La campaña (1990). Alfaguara la incorpora, definitivamente, a partir de El naranjo, o los círculos del tiempo (1993), cuando Fuentes empieza a publicar en esta casa. Por tanto, no se trataba de una colección, pues la noticia aparecía casi siempre, sin distingos de la editorial que sacara los volúmenes (en la segunda solapa, en la cuarta de forros). Me intrigaron las modificaciones constantes que podrían significar que Fuentes estaba al pendiente de “La edad del tiempo”, haciendo cambios, aumentando su numeración. Al darle seguimiento y comparar las diferencias, al “leer” entre sus líneas, me percaté de cómo se movía la vida de la literatura en manos de su creador: “La edad del tiempo” era otra de sus obras y algo más. Descubrí, poco a poco, que se trataba de un texto distinto, que decía muchas cosas sobre el Fuentes narrador y que permitía entrever la complejísima relación creativa que tenía con sus narraciones en general, no sólo con las enlistadas.1 En cierta forma, el examen de “La edad del tiempo”, quizás hizo posible atisbar, muy fugazmente, el proceso de creación de Fuentes.
Lo escrito aquí comunica el producto o resultados más recientes de una exploración que me ocupa desde hace varios años y que está en varios artículos y ensayos: la narrativa mural.2 También resumo otras exploraciones y retomo ideas que he ido formulando desde que empecé a estudiar la obra de Fuentes. Este ensayo condensa gran parte de mis escritos sobre Carlos Fuentes.
En uno de los homenajes post mortem que la UNAM hizo a Carlos Fuentes,3 sus amigos del medio siglo: Miguel Alemán Velasco, Víctor Flores Olea, Enrique González Pedrero, Porfirio Muñoz Ledo, Sergio Pitol (su texto fue leído por Hernán Lara Zavala), evocaron a un Fuentes vivo, joven. Flotaba la idea de que Fuentes tuvo la fortuna de morir sin los estragos de la decadencia intelectual y física. Silvia Lemus confió: “murió lleno de vida…”. Había el consenso de que Carlos Fuentes partió inteligente y guapo como siempre. Las palabras atinadas de Porfirio Muñoz Ledo expresaron el sentimiento general: “Murió en el frente de batalla. No dejó un minuto de trabajar, de inventar y de viajar. Falleció por su vitalidad. Se fue envidiablemente joven, elegante e intacto”. 
Ahora comprendo la sabiduría de las evocaciones de ese día que ayudaron a enriquecer la experiencia del duelo de México por su gran escritor: Fuentes se fue a tiempo. Quizá fue afortunado porque no le tocó vivir el México cuya realidad supera las distopías y profecías apocalípticas con que advirtió, cada vez más alarmado, que el rumbo elegido llevaba a finales descritos en la Biblia,a la que tanto recurrió para narrarel principio y el fin del tiempo.Ya no atestiguó cómo el horror de nuestro Apocalipsis real rebasa la imaginación. Vivimos el futuro que predijeron sus novelas: el fin del tiempo. 
Por fortuna, no le tocó ver que diariamente despertamos y la pesadilla está allí. El México que Fuentes imaginó y recreó, murió con él, pero su obra sobrevive. La muerte clausuró un tiempo, el suyo: la “Era de Carlos Fuentes”.
1  Una nota con la descripción esquemática de “La edad del tiempo” o de su evolución, mero reporte de un ejercicio académico, no despejaría las inquietudes que me despertó el texto tan sugerente (aunque debí cumplir esa etapa preliminar, antes de escribir este ensayo). Afortunadamente, mis investigaciones sobre la obra de Carlos Fuentes me condujeron a “La edad del tiempo”. [Regreso]
2  Con gusto comprobé que la gran narrativa de Carlos Fuentes nace del muralismo mexicano. La nombré “novela mural” y empleo el término para todas sus narraciones sean o no de ficción —como El espejo enterrado—, pues el otro origen mexicano de su novelística es la llamada “novela de la Revolución Mexicana” que incluye todo tipo de discursos narrativos, no sólo el novelesco, igual que la narrativa mural de Fuentes. Conceptos como despliegue, totalidad, preservación, con sus variantes, que elaboré en el marco teórico de mi estudio de la narrativa mural de Fuentes, aparecen siempre en mis escritos. [Regreso]
3  En el Centro Cultural Universitario el 11 de noviembre de 2012, el día del cumpleaños del escritor. La Revista de la Universidad de México publicó sus textos pocos días después, en el número de diciembre. [Regreso]

sábado, 18 de novembro de 2017

Poesía Gallega Actual XOSÉ AZAR


Imagem relacionada
La autora de la reseña es la amiga Susana Diez de la Cortina Montemayor, filóloga, directora académica de AulaDiez español online (www.auladiez.com), y autora de numerosos libros de poesía y de enseñanza de español para extranjeros. Ya hemos publicado aquí algunas de sus muchas intervenciones, y esperamos publicar más. Gracias!


Poesía Gallega Actual  
XOSÉ AZAR: 
Vitalismo Inmanentista e Integración 

Memoria de la conferencia pronunciada por su editora, Elena Diez de la  Cortina, en el acto de homenaje en Madrid al poeta, escultor y filósofo  gallego el 16 de noviembre de 2017.
El pasado día 16 de noviembre tuvo lugar en Madrid un sentido homenaje al escritor, filósofo y  escultor Xosé Azar con motivo del primer aniversario de su muerte. Allí estuvieron su viuda y  también artista Carmen Lorente Valero, el coordinador de actividades culturales de la  Delegación de la Xunta de Galicia en Madrid, Ramón Jiménez Pérez, la escritora Pepa Nieto y la  filósofa y directora de la Editorial Manuscritos, Elena Diez de la Cortina. Los participantes  hicieron mención de las distintas facetas intelectuales del polifacético pensador y artista  gallego, con el emotivo final de una lectura, realizada por Carmen en lengua gallega, de la  poesía de su marido.

Una poesía que, como bien indicó Elena, editora de la poética rosaliniana  de Xosé Azari, contiene una profunda carga filosófica: “Pepe, además de un excelente poeta y  escritor, era también un magnífico artista y un filósofo muy original. En el trasiego de la edición  de su obra, nos fuimos haciendo buenos amigos y nos gustaba quedar, de vez en cuando, para  dar paseos por el campo mientras filosofábamos. En aquellos paseos me fui dando cuenta de  que Pepe, pese a su gran humildad, tenía ya elaborado todo un sistema filosófico propio.

Y no solo eso: lo tenía prácticamente escrito, a falta de un prólogo‐carta que me dedicó en 2011.  Me refiero a su obra Vida masculino/femenina que pueden ustedes consultar en su página  web: más de ochocientas páginas de buena filosofía”. En efecto, tal como indica el título y nos  señaló Elena, la Vida era para Xosé Azar la pregunta principal de la filosofía, ya que en el  mismo acto de nacer se encuentra la más trágica paradoja del ser humano: la separación de la  entraña materna, el desentrañamiento:

                     “La verdad más radical del ser humano es el  desentrañamiento primordial; de ahí deriva mucha infelicidad, pero también todo lo grandioso  que la humanidad hizo, sobre todo en las artes y en el espíritu”, nos dice el poeta en su obra  sobre Rosalía.

A partir de ahí Elena Diez de la Cortina fue engranado una ponencia en la que nos sintetizó  cómo para Azar el verdadero y primigenio paraíso del que fuimos expulsados no es sino la  madre, aquella plenitud de integración perdida con ella cuya nostalgia nos hace buscar una  nueva pertenencia, el ‘ser entrañables’ para alguien:

                        “Esa es la genuina vuelta a Ítaca de todos  nosotros”, nos resumía Elena, recordándonos que la palabra ‘nada’ en castellano procede de  ‘nata’, es decir, nacida, de ahí que “todo lo nacido llevará dentro de sí mismo su propio ‘no  ser’, su propia carcoma de la nada que lo va devorando y consumiendo desde el primer hasta  el último día”, de forma que, como seres desentrañados, desterrados del paraíso, nos  encontramos en pleno desasosiego en este siglo XXI que algunos llaman  el “siglo del  nihilismo”. 

Pero precisamente – nos recuerda certeramente Elena‐ la palabra ‘nihilismo’ viene  de ‘ne‐hilum’, es decir, sin hilo, sin ese cordón umbilical que es el engarce relacional de todo lo  viviente: “vivir es encontrar, retomar el hilo perdido, restituir aquello que nos integra pese a  las diferencias, permitirnos nuevos y genuinos entrañamientos con los que nos rodean, con el  mundo, con la naturaleza”. Y terminó Elena Diez de la Cortina citando textualmente unos  párrafos de la carta‐prólogo que Xosé Azar le había dedicado, y que van aquí transcritos a  continuación: 

                  «No hay un espíritu que llegue de fuera y nos llene de sí, Dios no viene activo a nosotros, pasivos; no existe si nosotros no lo hacemos, es un niñito al que damos a luz; el deísmo es  pasividad.  Tampoco viene de los demás y tú te dejas conducir dócilmente; tienes que ponerte tú a arder  igual que ellos, de lo contrario no serás más que un madero muerto, por mucho que los otros  se quemen… Mi totalidad no es la misma que la de los demás comulgantes porque nace en mí;  y lo es porque está tejida con ellos, como una llamarada de una hoguera hecha de diferentes  llamas; estando yo solo no nace, tenemos que estar juntos, la hacemos nacer entre todos, es  trabajo común… Ese todo que contribuimos a formar es la Vida en su mayor gloria.  Ella no nos hace a nosotros: nosotros la hacemos a ella y cesa cuando la comunión acaba.  La Vida es los vivientes, se reparte en nosotros, no guarda nada para sí, más que una madre». 

Susana Diez de la Cortina Montemayor  Noviembre de 2017  
    
Véase la obra de Xosé Azar “Rosalía erótica y existencial, 50 poemas esenciales”, publicada  en 2010 por la Editorial  Manuscritos.