domingo, 18 de outubro de 2020

Tomaron la casa

 



 Tomaron la casa 

Me gustaba la casa porque era espaciosa y antigua, y porque guardaba los recuerdos – y los secretos de mis bisabuelos-, él escritor, editor y librero, ella también, todo eso, y además una excelente cocinera y costurera.

Siempre me levanté temprano, a eso de las seis, pero hace tres o cuatro meses que cambié los hábitos: ya no hago más la limpieza por la mañana, y  me levanto a las cinco, para escuchar atentamente los ruídos que vienen creciendo durante la noche y que aumentan cuando él toca el timbre, insistentemente, a eso de las 5:40.

Lo espero al lado de la puerta, unos diez minutos antes que llegue, puntual, a las 5:40, de modo de abrirle rápido, antes que se prenda al timbre y lo toque, enloquecido durante más de diez, doce segundos, cuando todo el mundo sabe -y él más que nadie- que con dos segundos bastan; dos segundos serían más que suficientes, y ya se lo he dicho un par de veces, pero él me mira con unos ojitos irónicos y no responde nada, y al día siguiente está allí de nuevo, en la vereda, prendido al timbre durante diez o doce irritantes, enervantes, enloquecedores segundos de tortura sonora.

Él entra y los sonidos extraños que vienen desde el fondo de la casona durante la noche aumentan. Parece que él se suma a un coro de gnomos y duendes -o tal vez de cronopios y de famas- que se ríen a las carcajadas, hacen ruido, martillan y susurran en voz alta (sí! sí!, es posible!) durante horas. 

Paran los ruidos a las 11:0, y a las 11:30 empiezan de nuevo hasta las 4:00 de la tarde en un crescendo enloquecedor hasta que él se va, sin despedirse y sin mirarme, pero con una leve sonrisa sarcástica en el ángulo izquierdo de la boca, que es lado en el que me quedo, muerto de odio, para abrirle la puerta.

Pasaron otros tres meses y medio y los ruidos pararon. Él no viene más hace un par de semanas. Al fondo de la casa, en lugar de la bulla insoportable, un hedor ácido, fuerte, casi nauseabundo. El vecino de al lado ya se quejó.

Hoy a la mañana hice mis valijas. Me voy. Cierro la puerta y arrojo la llave al jardín del vecino quejoso.

Tomaron la casa y para mí es imposible vivir tan cerca del cuerpo sin vida de un pintor ruidoso y encima irónico.

 

JV. Catamarca, 2020.


sábado, 25 de julho de 2020

Los diminutivos, una cosita que amamos en México.

Los diminutivos, una cosita que amamos en México.


Tomado de https://verne.elpais.com/verne/2020/07/10/mexico/1594357922_391997.html

¿Tiempito o tiempecito? Los diminutivos son una cosita que amamos en México

Como dice el refrán: "¿qué tanto es tantito?"


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Ilustración: @mareoflores
Ilustración: @mareoflores

Hay una cosita que a los mexicanos encanta: los diminutivos. Cuando nos referimos a alguien como “chiquito” o pedimos un “vasito” de agua, ofrecemos un “tequilita” y también pedimos que hablen más “quedito” cuando se requiere de silencio. “Es un recurso muy usado en México para ser gentil o demostrar cariño”, dice a Verne Concepción Company, investigadora emérita de la UNAM y miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.
Lo cierto es que los usamos para todo y en casi cualquier circunstancia. De acuerdo con un documento del académico José Ignacio Dávila Garibi publicado por el Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, en México se abusa de los diminutivos. “Puede ser una disminución física real como hace la palabra mesita o sillita cuando refiere a una silla para niños, pero puede ser una disminución de la distancia comunicativa, lo que nos hace expresar mayor afecto y atenuadores”, dice Company, quien también es miembro de El Colegio Nacional.
Según el Diccionario de la Lengua Española, un diminutivo está formado de una palabra seguida de un sufijo que atenúa o disminuye lo denotado por el vocablo al que se une, o que valora afectivamente su significación. Mientras en España se hacen uso de varios sufijos como -illo, -ino o -uco, en México y en casi toda Latinoamérica lo atenuamos todo con el sufijo -ito e -ita. "Se usan más sufijos diminutivos en España, pero al mismo tiempo su uso es menor. A los mexicanos se nos conoce como abusadores de los diminutivos”, refiere Company.


Un 'carrito' o 'cochecito'.. Getty Images

Ay, chiquito: de atenuador a magnificador

Lo cierto es que no todos los diminutivos que se usan en México se usan para expresar cariño. “Cuando alguien dice ‘no seas tontita’ con un alargamiento en las sílabas, lo que está refiriendo es que es más que tonta”, dice Company. La lingüista también indica que existen mecanismos de atenuación de racismo. “Decir prietito o negrito, donde el diminutivo no acentúa sino que aumenta y lo hace despectivo, algo que también se hace mucho en México”, comenta.
Al mismo tiempo, los mexicanos hacen uso de diminutivos en zonas semánticas que no son posibles de ser disminuidas como ahicito, una expresión que se usa en el centro de México. “Decir un segundito, ya que un segundo que se trata de una unidad de tiempo que no se puede disminuir, y sin embargo, se hace mucho”, indica Company.
También, la famosa expresión ahorita, que como contamos en Verne, tiene tres relaciones de tiempo: ahora mismo, más tarde o nunca. “Los mexicanos reforzamos el ahorita con un extra y decimos ahorititita, que quiere decir ‘en este mismo instante’”, dice Company.

La herencia de las lenguas indígenas

Dávila Garibi indica que el uso de diminutivos en México tiene una fuerte herencia de lenguas indígenas, en particular del náhuatl. “Por ejemplo, el vocablo náhuatl mazatl en su significación específica de ciervo o venado, cuyo diminutivo puede tener diferentes formas, según el punto de vista desde el cual se considera dicho animal”, refiere. “A un venadito recién nacido o por lo menos de corta edad se le llama mazaconetl (cervatillo); a uno pequeño o de baja estatura se le denominaba mazatepito”, refiere.
Según Company, no se trata de un préstamo de las lenguas indígenas, sino un proceso conocido como convergencia comunicativa. “Hay atenuadores de las lenguas amerindias y, particularmente del náhuatl, porque fue la lengua franca y básica con la que tuvo que contactar la lengua española en la época de la Conquista”, indica. “Este proceso hace que se reactiven o incremente el uso de diminutivos”, explica.

¿Piecito o piececito? ¿Pancito o panecito?

Hay dos formas válidas de crear diminutivos a través del sufijo -ito. Por ejemplo, si queremos decir chiclito o chiclecito. “Se puede disminuir con el sufijo ito o añadir un interfijo con un apoyo consonántico: piecito o piececito, ambos son correctos. Sin embargo, el uso de este interfijo o ayuda de consonantes intermedias no es tan común en México como en otros países hispanohablantes de Latinoamérica.
“Si queremos disminuir un pan, es más común que en México se diga pancito, usando directamente el sufijo, mientras que en Argentina o Uruguay prefieren hacer uso del interfijo y decir panecito”, concluye Company.

sexta-feira, 1 de fevereiro de 2019

"El valioso tiempo de los maduros” y la muerte anunciada de Gabriel G. Márquez. Apócrifos


sexta-feira, 28 de outubro de 2016

“O tempo e as jabuticabas”, "Instantes", "El valioso tiempo de los maduros” y la muerte anunciada de Gabriel G. Márquez. Apócrifos, 2ª parte.

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Otras falsedades literarias llamadas textos apócrifos.
2ª parte.

En Brasil, como ocurre con otros textos y autores en todos los países del mundo, hay un escrito que circula con el título de “O tempo e as jabuticabas”, que se atribuye a Rubem Alves o a Mario de Andrade. Pero resulta que ese texto no pertenece a ninguno de los dos.

Es lo que llamamos “textos apócrifos”. Hay que aclarar que entendemos hoy ese término como un sinónimo de "falso", o de "incorrecto". Pero en realidad, "apócrifo" es una palabra de origen griego que significa "cosa oculta o escondida".

Otro buen ejemplo es "El valioso tiempo de los maduros”. Es otro texto que aparece en distintos posts atribuyéndoselo a Mario de Andrade, cuando la autoría aparentemente le pertenece a Ricardo Godim, escritor y teólogo, también brasileño como el mecionado más arriba. 
El autor es pastor evangelista y presidente de la Igreja Betesda, y del Instituto Cristão de Estudos Contemporâneos. Escribió una obra que lo diferencia del fundamentalismo brutal de la mayoría de los neo-pentecostales brasileños, llamada “Deus nos livre de um Brasil evangélico”.

En "El valioso tiempo de los maduros”, dice  Ricardo Gondim:

"Conté mis años y descubrí que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que lo que viví hasta ahora…
Me siento como aquel chico que ganó una bolsa de caramelos, los primeros los comió con agrado, pero cuando percibió que quedaban pocos, comenzó a saborearlas profundamente.
Ya no tengo tiempo para reuniones interminables, donde se discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos, sabiendo que no se va a llegar a nada. Ya no tengo tiempo para soportar absurdas personas, que a pesar de su edad cronológica no han crecido. Ya no tengo tiempo para perderlo con mediocridades.
(...)
Pretendo no mal emplear ni tan solo uno de los caramelos que me quedan. Estoy seguro que serán más exquisitos que los que me he comido hasta ahora. Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres estimados, y con mi conciencia.
Deseo que la tuya sea la misma, porque, de cualquier manera, también llegarás".
En fin, gustos son gustos, y con las letras no hay excepción.

Y otras más de las tantas ocultaciones literarias

La moda de los apócrifos no nació con la Internet. Viene de bastante tiempo antes. Hubo muchos otros casos parecidos a los que mencionamos arriba en la literatura; como el que comentamos en otro post anterior de este Blog, al hablar de la obra falsa de Don Quijote, publicada por Alonso Fernández de Avellaneda, que quiso aprovecharse de la fama del libro de Miguel de Cervantes Saavedra. 
Como vimos, esta farsa obligó a Cervantes a publicar de inmediato la segunda parte de su obra más famosa.

Y hasta hubo recientemente otro texto - mucho más moderno, digamos - que circuló por la internet y fue atribuído a Gabo, escritor más conocido como Gabriel García Márquez, pero al cual el colombiano le negó la autoría.

La muerte anunciada de Gabriel García Márquez

En mayo de 1999 empezó a circular por correo electrónico un poema apócrifo, "La marioneta", que fue atribuído a Gabriel García Márquez. En una breve introducción, el texto indicaba que el Nobel lo había enviado a sus amigos a mediados de mayo, al enterarse "que su grave enfermedad había recrudecido".

Aunque "La marioneta" podría ser atractivo para ciertos tipo de lectores, su calidad literaria es la de un amateur y no la de un premio Nobel. En un tono de despedida - que en España se llamaría "cutre" y en Argentina "mersa"- se especula amargamente sobre las cosas que su autor haría si Dios olvidara que es una marioneta de trapo y "le regalara un trozo de vida".

Este hipotético autor declara que no diría todo lo que piensa, pero en definitiva pensaría todo lo que fuera a decir, y luego desarrolla una serie de versos con paradojas sencillas - simplorias, digamos- como esa y otras frases-hechas alusivas a la nostalgia y a la esperanza de ser cada vez más humanos.
Haciendo honor a su título, el "poema" termina sospechosamente así: 

"Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, / pero realmente de mucho no habrán de servir, / porque cuando me guarden dentro de esa maleta, / infelizmente me estaré muriendo". 

Todo esto no me parece pasar de un subproducto barato de la literatura llamada de autoayuda, tan desparramada en las mesas de las librerías como en la Internet,.

Ocurre que cuando "La marioneta" empezó a circular en la Internet, García Márquez sufría de un constante cansancio, tal vez depresivo. El 24 de junio de 1999 terminó siendo internado en una clínica de Bogotá por un supuesto síndrome de agotamiento general. En seguida, el 13 de septiembre, los médicos de Los Ángeles le diagnosticaron un cáncer linfático en estado avanzado y terminal.
La familia lo puso en tratamiento de inmediato y algunas semanas más tarde ya se anunciaba que había mejorado notablemente. 
El texto,muy oportunista, vino a presentarte como un anillo al dedo en tales circunstancias.

“Instantes”, supuestamente de Jorge Luis Borges

Al leer “La marioneta”, inevitablemente uno se acuerda del archisabido poema "Instantes", que también se le atribuye falsamente a J. L. Borges, pero que fue realmente escrito por Nadine Stein, o tal vez por el caricaturista, humorista, escritor y ilustrador estadounidense Don Herold, como lo asegura el investigador Iván Almeida en un minucioso estudio sobre el tema que causó tanto revuelo en su época, quizás porque la Internet y los mails eran una novedad por aquel entonces.

Lo que sí está claro es que “Instantes” no podría ser jamás de Jorge Luis Borges, como lo sabe bien cualquiera que haya leído alguna cosa del autor de “Fundación Mítica de Buenos Aires”. Lo más probable es que “Instantes” sea una versión en versos de “I’d pick more daisies”, del humorista Don Herold, texto que fue publicado originalmente como prosa en la revistaSelecciones del Reader’s Digest en 1953.

A su vez, la música y letra del grupo brasileño Titãs, "Epitáfio", son conocidas por haberse inspirado en "Instantes". O sea, una creación basada en un texto apócrifo, con temas siempre recurrentes:

"Devia ter amado mais, ter chorado mais/Ter visto o sol nascer /Devia ter arriscado mais e até errado mais/Ter feito o que eu queria fazer/Queria ter aceitado as pessoas como elas são/Cada um sabe a alegria e a dor que traz no coração".

La última frase, por su parte, se parece también bastante a otra más famosa, la de Caetano Veloso: "cada um sabe a a dor e a delícia de ser o que é", de la música "Dom de iludir".

En fin, la fama del supuesto poema de Borges, de la mano de “Epitáfio” cruzó todas las fronteras imaginables, a tal punto que, durante el Teletón México de 2005, el invitado especial Bono Vox citó al vivo y en directo los versos de “Instantes”, atribuyéndoselos al “poeta chileno Jorge Luis Borges”.

Todo esto demuestra, una vez más, que poco es lo que se crea, y mucho lo que se transforma (y se copia, claro).
Y así se abren nuevas rutas sobre la incógnita que representa - para mí por lo menos- el accionar de quienes se camuflan atrás de un nombre famoso para hacer circular sus textos, a veces de dudosa calidad.

J. V. São Paulo, 28 de octubre de 2016.


Y ahora, vamos a mostrarte uno de nuestros muchos libros.
Ellos están entre los más utilizados para aprender y enseñar español, en Brasil y en todo el mundo.

  GENTE HOY 3 - LIBRO DE ALUMNO
De R$ 172,39 por R$ 146,53

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Gente hoy 3 es la edición revisada y actualizada de Gente, el curso pionero en la aplicación del enfoque por tareas con el que millones de estudiantes de todo el mundo se han iniciado en el aprendizaje del español.
Esta nueva edición recoge las sugerencias de un cualificado grupo de profesores usuarios del libro en diferentes países y contextos educativos.

sábado, 26 de janeiro de 2019

Michifuza y el setín azul. Cuento para niños.


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Michifuza y el setín azul. 
Cuento para niños.

Michifuza duerme en su camita azul de satén. No le gusta la seda. 
Mientras tanto, a menos de tres metros de distancia, arriba de las maderas del tejado, Zorrito la espía por las rendijas. 
No consigue dormir. Sueña con gatos y suris; de repente se despierta asustado, soñando con serpientes, con serpientes de mar. 
Vuelve a dormir, se despierta otra vez, vuelve a espiar a Michifuza, linda, lejana a pesar de los escasos tres metros que los separan. Tal vez la gatita piense que el Zorrito es peligroso, una amenaza.
 
Duerme el Zorrito otra vez y sale de la pesadilla. Oye que un señor con acento extraño le dice que hay quienes luchan muchos años y son muy buenos, pero hay los que luchan toda la vida, y son los imprescindibles. 
Zorrito la quiere - a la distancia- a Michifuza, que es una luchadora. Tiene camita de satén, pero caza un cuis o una laucha por día, y si no lo hace, no come ella ni su hijita.

Sí, cada uno sabe el dolor y la delicia de ser lo que es, piensa Zorrito. 
Y antes de adormecerse de nuevo se acuerda del desierto y del cuentito que le contó su abuelo; de un piloto que había hecho una parada de emergencia. Y se hicieron muy amigos - el piloto y el abuelo del Zorrito -, pero cuando empezaron a enamorarse, el zorro viejo apareció con un verso de "no tengo por qué ser responsable por lo que cautivo". 
- No, le había respondido el piloto - que a esa altura del sueño se había disfrazado de príncipe, - esa es una mala traducción, zorro. Somos responsables por lo que domesticamos, que es diferente de cautivar; pero acá nadie está queriendo domesticar a nadie. Yo a vos no, por lo menos.

Sonríe Zorrito, acordándose de la lección que su abuelo había aprendido con el piloto travestido de príncipe en medio del desierto de las Salinas de Catamarca. Y se duerme, más confiado en el futuro, siempre pensando en Michifuza, en suries, sarués y comadrejas.


Fin
(cuento antiguo de uno de nuestros directores, o sea, anónimo)

quarta-feira, 23 de janeiro de 2019

Chile, 6 de enero. La Pascua de los Negros


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Chile, 6 de enero. La Pascua de los Negros


Durante la colonización española, sobre todo en Cuba, República Dominicana, Puerto Rico, México y Uruguay, el seis de enero era feriado para los esclavos negros que salían a las calles a bailar al ritmo de sus tamboras. 

Esto origina el nombre de Pascua de los Negros con que el día es conocido en varios países, como en Chile o Paraguay donde la comunidad Afro paraguaya celebra el día de su santo, San Baltasar.

Pero en Chile, a pesar de que la población negra no alcanzó altos índices en el período colonial, sus orígenes datan desde cuando los hacendados españoles celebraban la Fiesta de la Epifanía o de los “Reyes Magos”, 12 días después del nacimiento de Cristo, y daban el día libre a sus esclavos negros, quienes descansaban y rendían culto, con cantos y danzas,  al niño Dios. 
Los esclavos identificaban la fiesta con el Rey Mago Baltasar que, según la leyenda, era negro y en la identidad religiosa de los esclavos era su santo protector.

En muchos países de América Latina la tradición toma los nombres de Día de Reyes, Fiesta de San Baltazar o Pascua de Negros. 
En Chile se celebra el 6 de enero en Arica,  Iquique y Roma, cercanías de Colchagua, y convoca a toda la comunidad afroariqueña y chilena a compartir un pan de pascua, dulces, chocolate y danzas como símbolo de ofrenda de los Reyes Magos al niño Dios. 

La Pascua de los Negros empieza en Iquique, al norte, con la llegada de más de 700 imágenes del Niño Jesús, que son guardadas en una iglesia, desde el domingo 4 de enero, hasta la celebración de la Epifanía del Señor, cuando en la madrugada del 6 de enero, son dados a sus dueños, adornados con peritas de pascua y variedad de dulces.

Miles de personas se juntan antes de la medianoche en la iglesia central del pueblo de La Tirana; con sus ropas tan llamativas, listos para empezar a brindar tributo al niño Jesús que viene en los brazos del obispo de Iquique.

En medio de la multitud tomada de las manos en una cadena humana, aparece la figura de tamaño real, un niño de carita angelical y una mirada que transmite paz y ternura. Se cubre con un awayu ceremonial andino, poncho de colores fuertes. 
Mientras tanto, los bailes de pastores, suenan con sus instrumentos de cañas, o tubos plásticos y de colores, y agitan sus pañuelos coloridos al viento.


La celebración de la Pascua de los Negros, igual que otras manifestaciones que vinieron a América desde el viejo mundo, fueron el modo de sobrevivencia de la cultura andina - y en este caso, también la africana- que cubrió con ropajes católicos a su Pachamama. La Virgen del Carmen, expresión de ese camuflaje sincrético, fue la mejor estrategia de ocultamiento de la religión de los pueblos andinos.


Gracias por leernos, y esperamos que te haya gustado. 
Y ahora, vamos a mostrarte un poco más de nuestros libros, que son los más vendidos en Brasil y en todo el mundo para la enseñanza y el aprendizaje del español.




DICCIONARIO DEL ESPAÑOL DE AMÉRICA
De R$ 16,67 por R$ 15,00

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El Diccionario de Americanismos de Morínigo,  es el penúltimo, o el 3º de los cuatro diccionarios generales más históricos de americanismos, publicado por primera vez en 1966 por Marcos Augusto MORINIGO. Contiene muchos vocablos que no figuraban en los dos diccionarios anteriores, y recoge, junto a voces usadas solamente en América, un gran número de palabras usadas tanto en España como en Hispanoamérica, pero con diferente acepción. 

El autor admite voces españolas que tienen en América acepciones en mayor o menor grado diferentes de las tradicionales en la Península. Las diferencias proceden en unos casos de la aplicación del nombre de un objeto europeo a uno americano que tiene con él alguna semejanza, que puede ser evidente o rebuscada, o metafórica. En otros casos resultan de la variación semántica normal en todo proceso lingüístico. [MORÍNIGO, pág. 12]. 

MORÍNIGO da una clara preferencia a los "americanismos' de origen", y sobre todo a los vocablos de etimología indígena. El autor dice sobre esto: "Americanismos son para nosotros en primer término las voces indígenas incorporadas firmemente al español general o regional, ya sea en su forma etimológica o adaptada a la fonología o morfología españolas, de cuyos orígenes americanos el hablante común puede estar o no ignorante, según circunstancias muy variadas". [MORÍNIGO, pág. 11].


terça-feira, 22 de janeiro de 2019

Las historietas y la enseñanza del español.

Las historietas y la enseñanza del español.



GRAMÁTICA DE ESPANOL LENGUA EXTRANJERA - Nueva edición
De R$ 146,26 por  R$ 117,00
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Nueva edición de la gramática con la que más de 100.000 estudiantes han aprendido español. Los contenidos y las explicaciones se han ampliado. Los ejemplos se han adaptado para utilizar un español más actual.

Y ahora que ya viste otros de nuestros libros didácticos, entre los más utilizados en Brasil y en el mundo, a ver qué te parece nuestra história sobre cómo leer al Zé Carioca y entender mejor al Pato Donald.

Para leer al Zé Carioca



Al final de la Segunda Guerra Mundial, atendiendo las presiones del gobierno norteamericano -que buscaba una política de aproximación a Brasil- Walt Disney crea  Zé Carioca, un dibujo animado que es una parte importante de las acciones para evitar que Brasil se volviera "un país comunista".

El dibujo, creado en los años 50, es totalmente hecho a mano, sin computadoras, efectos digitales u otro tipo de recursos mágicos del cine moderno. Tal vez por causa de Zé Carioca, en Brasil muchos se interesen en Disney, independiente de lo que representan sus dibujos.
Vea en youtube: 

http://www.youtube.com/watch_popup?v=_mQHr8bAojU&vq=small 


El amigo Kepa Uriberri, escritor chileno y alma mater de Escritura Creativa, escribe un comentario sobre mi artículo del 31/7/11. que, por su importancia y extensión merece su publicación en este espacio.
Gracias Kepa!
JV


Cuando García Márquez escribe Cien Años de Soledad: ¿Estaría intentando penetrar culturalmente al mundo con la cultura latinoamericana? ¿Querría imponer el modelo de abuso militar de la guerra, que tanto duró, desde la independencia de nuestros pueblos hasta casi finales del siglo veinte? ¿Y el Martín Fierro, pretendía influir al mundo con la cultura rural sometida de los pueblos latinoamericanos?

No cabe duda que cada literatura es el reflejo de su autor (autores) y de su cultura y pensamiento. Walt fue un hijo maltratado, lleno de resentimientos hacia su padre, por ejemplo; eso explica la ausencia del padre y el acercamiento de los niños a tíos protectores que los reemplazan. Del mismo modo, la familia Disney vivió, cuando Walt era niño, llena de vicisitudes y apremios económicos, lo mismo que el propio Pato Donald, cuyo comportamiento siempre absurdo y fracasado refleja bien a Elias, padre de Walt. Habría mucho más que analizar. pero excedería de un comentario breve.

Si Dorfman y Mattelart hubieran estado más atentos a los antecedentes que a las supuestas consecuencias de las cosas que analizaban; si Dorfman aun no estuviera en una postura así, quizás sus ideas no fueran tan recalcitrantemente radicales. Por supuesto, así como Disney no podía hacer una épica del despojo porque provenía de otra experiencia cultural, Dorfman y su coautor, difícilmente pudieron hacer un análisis Liberal Manchesteriano.

José Carioca nace junto a Pancho Pistolas en una película de animación llamada Los tres caballeros, como una forma de acercamiento con los países latinoamericanos que podrían ser incidentes en el desarrollo de la segunda guerra mundial, Pancho es un gallo mexicano y José Carioca un loro o caturra brasileño. Esa es la admonición que define el sentir más suspicaz, respecto de la producción cultural estadounidense que se destina a nuestros pueblos. Para verlo, sin embargo, de manera más imparcial, haré dos o tres ejercicios. El primero consiste en hacer el esfuerzo de ver los significantes semánticos desde, por ejemplo, un alemán o quizás un italiano, también desde un francés, de los personajes y sus actos. En general el gringo, representado en Donald, es bastante idiota y es arrastrado por la personalidad avasallante del gallo mexicano, mientras Carioca aparece casi como un cómplice en las burlas: Ellos, Carioca y Pistolas, se divierten y son compinches; Donald, en cambio sufre la personalidad de ellos. Claro, si lo veo desde nosotros, los suspicaces y despreciados latinos, veré intenciones escondidas. Quizás si quieran mostrarse inofensivos y por eso nos envían al estúpido Pato Donald, ¿no?. Un alemán, en cambio, verá en Disney cómo la cultura de los Estados Unidos es penetrada por la obra de sus grandes filólogos, los hermanos Grimm. ¿Querría, el gobierno de los Estados Unidos, acoger de brazos abiertos el alma del pueblo que consideró su enemigo por décadas? ¿Es que los estadounidenses serán verdaderamente el Pato Donald? ¿O será que José Carioca es un arma secreta culturalmente letal, sacada de la experiencia sufrida con Blanca Nieves? Tal vez los Estados Unidos se sentían los cincuenta y dos enanitos de la Blanca nieves alemana, o también Los azules príncipes que perseguían a la servicial Cenicienta, con un zapatito de vidrio, mientra la perversa madrastra y sus feas hijas (quizás nazis) le tendían una peligrosa trampa. Menos mal que se salvaron mágicamente. La servicial Cenicienta se repartió entonces entre el dormitorio de la OTAN y el del Pacto de Varsovia. Es que el otro zapato se lo habían llevado los bolcheviques. En fin, Dorfman no era alemán. Tampoco francés, de manera que no vería la Sinfonía Idiota de Disney con los ojos de los compatriotas de Perrault. Este corto de Disney es una versión bastante idiota de la Caperucita Roja del autor francés. El lobo, muy francés, le gusta comerse a las mujeres. Caperucita es una rubia ingenua, que salta por el bosque, en vacaciones, como gringa por París; ahí se encuentra a monsieur Le Loup quien planea comérsela a ella y a la abuela. Los americanos en París, serían en la Sinfonía Idiota, los tres chanchitos. Dos de ellos deben haber sido granjeros de Nebraska u Omaha. El otro es un neoyorkino dedicado a la albañilería, que asume el papel del cazador del cuento, pero que combate al lobo con palomitas de maíz: ¡Oh! No. Es un arma letal: Es americana. La representación es pueril, pero otra vez Disney recurre a la cultura europea para inspiración. Sería largo seguir con el italiano Carlo Collodi y su Pinocho (pero recomiendo ampliamente la lectura del cuento original). Se lo dejo al lector. Sólo me interesaría hacer ver que la cultura europea es rica en cultura narrativa infantil. Es ahí donde Disney se inspira. En cada adaptación se tiñe el resultado del ser intrínseco angloamericano: Disney lo es. Pero no hay una tradición narrativa occidental americana; ni en el norte ni en el sur. Por eso la creación propia del animador recurre a la creación personal. Primero el Ratón Mortimer (después Mickey), un don nadie como el mismo Disney, después un acomodado ratón con auto y novia, como todo "americano triunfador" de los cuarenta. Más tarde Donald nace para reflejar al "looser" como el propio padre de Walt. Disney buscó, en América latina, ampliar su mercado, para eso buscó, a falta de una narrativa folklórica, como había en Europa, crear los personajes y montar la historia, como había hecho ya con Mickey, Donald y otros. Habrá que reconocer que dentro de una psicología ingenua o muy perversa, leyó algunos rasgos que penetraron la idiosincrasia latina. Ze Carioca ha conquistado al Brasil y a todos los latinos. Pancho Pistolas no. Pero, buscando material para este comentario, encuentro una opinión en algún foro que argumenta por qué prefiere, como arquetipo mexicano, a Pistolas antes que a Speedy González de la Warner Bross.: "Pancho Pistolas es un gallo y mero macho como buen mexicano, es mejor que el Pato Donald, mientras que González es una rata que huye rápido después de robarle al gato gringo". Al menos yo, me compré el comentario. Por otro lado, de observar a Ze Carioca y su personalidad tranquila, de saber vivir y más, me recordó bien a Joao Gilberto, a Pelé, a Roberto Carlos y muchos otros encantadores brasileños que el lector no conoce y han sido mis amigos.

Finalmente, y para redondear, Disney no hizo a un argentino para esta serie: ¿Por qué? Bueno, tampoco a un chileno, un peruano o un venezolano, pero esto es para otro comentario.

Saludos afectuosos;
Kepa Uriberri



Texto del artículo anterior, de 31/5/11, de Javier Villanueva:

En 1972 aparece en Chile "Para leer al Pato Donald" de Armand Mattelart y Ariel Dorfman, un estudio crítico sobre la historieta de Disney en el que analizan las tiras cómicas del Pato Donald. Este trabajo, fundacional en cierto modo de los estudios de las ciencias de comunicación en América Latina, se debe encuadrar en el contexto de su publicación: el Chile pro socialista del gobierno de Allende.

Dorfman y Mattelard creían en la función científica en las ciencias sociales, siempre que estuviera ligada a la acción política. Es por eso que el discurso científico a veces parece transparecer otro, más "de asamblea", o "de barricada". Aún así, es un libro clave de la literatura política de los '70. Un ensayo, a partir de un análisis marxista, cuyo objetivo es demostrar que las historietas de Disney son un vehículo sutil -y a veces no tanto-para la penetración de una cultura de imperio en los países subdesarrollados.
En los diarios principales de todos los países, se lo trató en las secciones de política. “El Pato Donald contra Allende”, tituló el diario de mayor tiraje en Francia, France Soir, mientras que El Mercurio, el diario de derecha chileno, no mostró ningún humor al tratar del tema, y la Associated Press difundió un cable alarmista entre sus abonados. La indignada reacción de la derecha decía que las publicaciones de Disney son universalmente aceptadas como entretenimiento, un valor lúdico que responde a pautas permanentes de la ´"naturaleza humana", que está por encima de las contradicciones sociales. Para El Mercurio, el Pato Donald es inatacable como modelo de "sano esparcimiento para los niños"

Sacando ciertas deficiencias de análisis, el libro hace señalamientos correctos sobre la ideología de los cómics: como por ejemplo, en el mundo de los patos las relaciones son meramente monetarias, y la recompensa a una "buena acción" es siempre un premio económico. Del mismo modo, la peor tragedia para los patos es perder dinero o una posible ganancia material.
Por otro lado, las historias demuestran la manifiesta inferioridad de los pueblos primitivos, invariablemente algún lugar de Latinoamérica, Asia o África. El tercer mundo aparece como un juguete para los personajes de Disney que, aburridos de la rutina, emprenden aventuras donde siempre hallan grandes tesoros sin dueño de los que apoderarse, sin que esto constituya un robo, por supuesto.
Además, hay un claro "desabastecimiento" de progenitores: en las historias nunca hay padres ni madres, sólo tíos, abuelos, primos y toda clase de parientes, al antojo del escritor. Esta falta de padres hace que, en el caso de Donald y sus sobrinos, la autoridad ejercida por el tío sea arbitraria y surgida de una especie de contrato.

Estos y otros apuntamientos se señalan en las historietas, aunque resulta poco probable que el objetivo de estos cómics sea inducir subliminalmente el espíritu capitalista en los lectores de nuestros subdesarrollados países. Más probablemente estos mensajes sean un simple producto de la ideología de los autores, parte de la sociedad estodounidense, donde estos valores son los más aceptados.
"Para leer al Pato Donald" es, a pesar de lo que podamos criticarle hoy, un libro que se lee en las carreras universitarias de Comunicación, Periodismo, y afines. Junto a "Superman y sus amigos del alma" es uno de los libros básicos de la literatura de análisis político. Siguen algunas de las citas más interesantes.

“Mientras su cara risueña deambule inocentemente por las calles de nuestro país, mientras Donald sea poder y representación colectiva, el imperialismo y la burguesía podrán dormir tranquilos.”

“Siempre se lo ha rechazado (a Disney) como propagandista del “american way of life” (…). La amenaza no es por ser portavoz del modo de vida del norteamericano, sino porque representa el american dream of life, el modo en que los EE. UU. se sueña a sí mismo, se redime, el modo en que la metrópoli nos exige que nos representemos nuestra propia realidad, para su propia salvación."

“Las ideas de Disney resultan así PRODUCCIONES bien materiales de una sociedad que ha alcanzado un determinado desarrollo de sus fuerzas productivas. Es una superestructura de valores, ideas y juicios."

“Lo imaginario infantil recubre todo el cosmos-Disney con baños de inocencia, permitiendo por medio de la entretención que se desarrolle la utopía política de una clase. Pero, por otra parte, el rincón donde (…) se identifica la inocencia es aquel sector que corresponde en la vida histórica a los pueblos marginales.”

“Disneylandia es el conquistador que se purifica y justifica la reiteración de su conquista pasada y futura”

“Este defasaje, entre la base económico-social en que vive cada individuo y el estado de las representaciones colectivas, es precisamente la que asegura la eficacia de Disney y su poder de penetración en la mentalidad comunitaria, en los países dependientes.”


Dorfman, A. y Mattelart, A., “Para leer al Pato Donald” (comunicación de masa y colonialismo), Buenos Aires, Siglo XXI, 1972


Más sobre Dorfman
Aunque nació en Buenos Aires en 1942, Dorfman pasó parte de su infancia en Estados Unidos, y en Chile desde 1954. En 1967 optó por la nacionalidad chilena. Fue colaborador de Salvador Allende; tras el golpe de 1973 fue al exilio. Desde 1985 es profesor de Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Duke, Estados Unidos.

Cuando Dorfman presentó en Buenos Aires su novela Americanos, los pasos de Murieta, la Revista Ñ de Clarín lo entrevistó sobre la obra, que cuenta la figura legendaria de Joaquín Murieta, un personaje de California durante la Fiebre del Oro, en 1850, y recorre más de cien años de historia de América del Norte y del Sur, las luchas de la independencia y la pérdida de California.  Ñ le preguntó cómo cambió su visión de la cultura desde que lanzó "Para leer al Pato Donald", y Dorfman contestó: "Ese libro fue escrito en un momento de lucha social en Chile y dentro de una revolución que intentó cambiar todo. Se escribió en diez días, en el calor de la lucha por la supervivencia. Y yo diría que si uno mira la obra del Pato Donald, no como problema ideológico sino como forma de escritura, es una apropiación latinoamericana de un mito norteamericano".