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Chile, 6 de enero. La Pascua de los Negros
Durante la colonización española,
sobre todo en Cuba, República Dominicana, Puerto Rico, México y Uruguay, el seis de enero era feriado para los esclavos
negros que salían a las calles a bailar al ritmo de sus tamboras.
Esto origina
el nombre de Pascua de los Negros con que el día es conocido en varios
países, como en Chile o Paraguay donde la comunidad Afro paraguaya celebra el
día de su santo, San Baltasar.
Pero en Chile, a pesar de que la
población negra no alcanzó altos índices en el período colonial, sus orígenes
datan desde cuando los hacendados españoles celebraban la Fiesta de la Epifanía
o de los “Reyes Magos”, 12 días después del nacimiento de Cristo, y daban el
día libre a sus esclavos negros, quienes descansaban y rendían culto, con cantos
y danzas, al niño Dios.
Los esclavos
identificaban la fiesta con el Rey Mago Baltasar que, según la leyenda, era negro y en la identidad religiosa de los esclavos era su santo protector.
En muchos países de América
Latina la tradición toma los nombres de Día de Reyes, Fiesta de San Baltazar o
Pascua de Negros.
En Chile se celebra el 6 de enero en Arica, Iquique y Roma, cercanías de Colchagua, y
convoca a toda la comunidad afroariqueña y chilena a compartir un pan de
pascua, dulces, chocolate y danzas como símbolo de ofrenda de los Reyes Magos
al niño Dios.
La Pascua de los Negros empieza en Iquique, al norte, con la
llegada de más de 700 imágenes del Niño Jesús, que son guardadas en una iglesia,
desde el domingo 4 de enero, hasta la celebración de la Epifanía del Señor,
cuando en la madrugada del 6 de enero, son dados a sus dueños, adornados con
peritas de pascua y variedad de dulces.
Miles de personas se juntan antes
de la medianoche en la iglesia central del pueblo de La Tirana; con sus ropas tan
llamativas, listos para empezar a brindar tributo al niño Jesús que viene en los brazos
del obispo de Iquique.
En medio de la multitud tomada de
las manos en una cadena humana, aparece la figura de tamaño real, un niño de carita
angelical y una mirada que transmite paz y ternura. Se cubre con un awayu ceremonial andino, poncho de
colores fuertes.
Mientras tanto, los bailes de pastores, suenan con sus
instrumentos de cañas, o tubos plásticos y de colores, y agitan sus pañuelos
coloridos al viento.
La celebración de la Pascua de
los Negros, igual que otras manifestaciones que vinieron a América desde el
viejo mundo, fueron el modo de sobrevivencia de la cultura andina - y en este caso, también la africana- que cubrió
con ropajes católicos a su Pachamama. La Virgen del Carmen, expresión de ese
camuflaje sincrético, fue la mejor estrategia de ocultamiento de la religión de
los pueblos andinos.
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